jueves, 25 de octubre de 2007

LA LUNA Y EL PRIMER AMOR

Me he despertado a media noche, estoy completamente desvelado. Opto por salir del pequeño camarote y subir a cubierta. Parece que todo sigue igual que hace unas horas, el poniente sigue agitando suavemente las velas del barco y las luces de la costa siguen en el mismo lugar. Lo único que ha cambiado es la posición de la luna y las estrellas.

En verano, en mi pueblo, recuerdo noches en que la luna surgía del mar completamente roja. Era, y es, una imagen de las que se te quedan en el interior del alma, imposible de olvidar. Se elevaba lentamente hacia el infinito al tiempo que pasaba de un color rojo intenso a uno blanco, pero no por ello menos intenso. Tenía un magnetismo que te envolvía de tal manera que todo a tu alrededor dejaba de existir.

Recuerdo una noche en que la visión de la luna elevándose por encima del mundo la compartí con mi primer amor, aquel que dicen que nunca se olvida, aquel que te hace sentir mariposas revoloteando en el estomago, aquel en el que tu vida ya no es tu vida sino su vida. Nuestra alma se evapora y deja de existir por que ella no está.

La primera vez que una chica te acaricia la mano y tú no sabes que hacer, más que temblar de emoción y de miedo por no saber que hacer. Te das cuenta que un simple roce de sus dedos con tus dedos te quiebra el corazón. Surgen miles de emociones hasta entonces desconocidas, pero increíblemente maravillosas. Esa primera mirada, directamente a los ojos, intentando averiguar qué puede haber en su interior, qué maravilla esconden, qué tesoro guardarán para nosotros. ¿Y el primer beso?, quien no recuerda su primer beso. No sabía exactamente qué hacer. Es verdad que en las películas lo había visto muchas veces pero ahora era yo el actor principal e intentaba, inútilmente, ganarme el Oscar al mejor actor. Lo único que me reconfortaba es que ella estaba tan nerviosa como yo. Con el paso del tiempo estoy convencido que no ganamos el Oscar al mejor actor y actriz principal, pero si creo que nos merecimos el Oscar a los mejores actores secundarios.

Realmente todas las primeras veces suelen tener algo de mágico, tanto que pasan a formar parte de mi viaje, nuestro viaje, hacia Itaca.

Por experiencia sé que en estos momentos de soledad mi mejor compañía es la poesía de Benedetti. Cojo el libro, abro una hoja al azar y aparece el poema “Corazón coraza”, dice así:



Corazón coraza

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero si no te miro
amor si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre y tienes frío
tengo que amarte amor tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.


Veo que está empezando a amanecer. Estoy cansado y se me va a hacer dura la travesía. Da igual, ha sido una noche mágica y eso ya compensa todo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que no puedo ser muy objetiva, porque soy demadsiado romantica... pero personalmente creo que es lo mejor que he leido en tu blog...

Cada persona que se cruza en nuestras vidas no es como el primer amor, porque ese solo es uno, pero si deberiamos ser capaces de sentir eso mismo... Si esa persona no te hace vibrar, no te hace sentirte especial, no hay mariposas... esa no es la persona que debiera acompañarte en el camino y compartir tu vida.