domingo, 25 de noviembre de 2007

RUMBO A LAS ISLAS COLUMBRETES 2ª Parte

Hemos reparado la avería del velero y pongo de nuevo rumbo hacia las islas.

Era un velero precioso, concretamente un Dufour 50 Prestige. Se le había roto el estay de galope, espero que el apaño que hemos hecho les permita llegar a Oropesa, que según la carta náutica es el puerto más cercano. En el barco vivía una familia italiana con tres hijos, el padre se llamaba Paolo y la madre Isabel. Iban de regreso a Nápoles después de viajar por el mundo durante cinco años, de hecho, el pequeño de los hijos era de nacionalidad chilena.

Me invitaron a tomar un café, mientras, de fondo, sonaba la hermosa música de Joao Gilberto. Reconocí algunas canciones, “Las chicas de Ipanema”, “Corcovado”, “Desafinado”, “O grande amor”... Estuvimos hablando de viajes, de caminos interrumpidos, de temporales, de rumbos equivocados, de lugares en la vida, de la gente maravillosa que te encuentras y de lobos marinos, curtidos en mil batallas. Me hablaron, de sitios hermosos y de lugares terribles, pero sobre todo se les notaba que estaban enamorados de Sudamérica.

Decían, y creo que no les falta razón, que en ese hermoso continente aún es posible creer en la utopía, todavía queda tiempo, aunque cada vez menos, para que la madre tierra no se sienta como una puta con la que todo el mundo tiene derecho a acostarse a cambio de cuatro duros. Todavía queda la esperanza de que a la selva amazónica se la respete, que no la quemen, que no adulteren a su gente, que en lugar de darles cruces y dioses nuevos a los que adorar, les den medicamentos y medios para subsistir. Ellos ya tienen sus dioses. Los pueblos indígenas no necesitan dinero por que no hay nada que comprar, la selva les proporciona, o proporcionaba, lo que necesitan, tampoco hay que darles tierra, por que la tierra ya es suya, simplemente lo que hay que hacer es respetarlos.

Mientras continuaba hablando con Isabel, su marido, al ver que me interesaba el tema de los pueblos indígenas, me trajo un folleto de la ONG “Survival”, un movimiento que trabaja para proteger a los pueblos indígenas. Me mostró unas fotos de unas tribus amazónicas que viven en el estado de Rondônia, Brasil. Me explicó que hoy en día los kanoê suman tres personas y los akuntsu ocupan un trozo de selva conocido como el área de Omerê que, aunque ha sido delimitada de forma legal, está rodeada de enormes ranchos de ganado y plantaciones de soja. Pero su mayor peligro, me explicó Paolo, son los terratenientes y el contacto con los extranjeros, ya que son pueblos muy vulnerables a las enfermedades. También me hablaron de los guaranís, tribu que se encuentra asentada en Paraguay, Bolivia, Argentina y Brasil. En este último país viven hacinados en pequeñas parcelas de tierra, rodeados de plantaciones y haciendas de terratenientes, que los explotan como mano de obra barata.

Sus comentarios hicieron que mi alma se estremeciera, en realidad todos sabemos que eso existe pero cuando a esos hombres y mujeres les ves la cara y sabes sus nombres, todo te afecta mucho más.

Me despedí de ellos con un abrazo y les deseé que, donde quiera que estuvieran, encontraran su parcela de tierra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta vida esta llena de casualidades o que??? Esta misma semana estaba yo mirando alguna web de ONG´s, que nada tienen que ver con la que tu comentas,ANESVAD, HACESFALTA, SECTOR3, JOVENES COOPERANTES (EUSKO JAURLARITZA)... para informarme de proyectos en los cuales necesiten voluntariado. Estaba yo pensando en que tengo necesidad de dar, de buscar, de colaborar y aportar mi granito en este mundo donde abundan las injusticias humanas. Supongo que es una forma de limpiar mi conciencia, pero mejor eso que ni siquiera sentir culpa por nada de lo que ocurre.

Por otro lado, aqui estoy deseosa de que llegues a Columbretes y me cuentes como es aquello...