martes, 13 de marzo de 2012

LA VIEJA TABERNA Y...EVA Parte final





Las conchas de la puerta empezaron a sonar, sin embargo no era ella, eran los marineros que iban entrando.

Reconozco que uno de mis grandes defectos es que soy ansioso, cuando quiero algo lo quiero ya. Y en esos momentos lo que quería, lo que deseaba era verla entrar de nuevo por la puerta. Se me hacía duro pensar que no iba a verla, o lo que era peor que cupiera la posibilidad de que no volviera a verla.


Me levanté, dejé el plato en la barra y me fui a dar un paseo por la playa que estaba al lado del puerto. El mistral continuaba soplando fuerte, pero no me importaba. Tenía la vaga esperanza que esas rachas de viento se llevaran todos los demonios que atrapaban mi cuerpo. Me senté en la arena, debajo del muro que separaba la playa del paseo marítimo. No sabía muy bien qué hacer, ni siquiera sabía muy bien qué pensar de todo lo que me estaba ocurriendo, lo único que sabía es que quería volver a verla.


Miré la mar, esa agua que iba y venía acariciando la arena. La misma arena que ahora tenía entre mis manos y que se escapaba igual que se escapaba Eva. Cerré la mano, pero era imposible que esos diminutos granos no se filtraran entre mis dedos, se iban igual que se iba ella. Me levanté y me fui hacia el barco. Necesitaba entretenerme en algo, tener mi mente ocupada en algo distinto que no fuera esa mujer rubia que acaba de conocer.


Entré en el camarote, encendí el ordenador y me dispuse a escribir. Dejé la puerta del camarote abierta para que se ventilara un poco. Llevaba cinco minutos descargando unas fotos cuando oí su voz. Salí a la bañera y allí estaba ella.


- Buenos días – me dijo, pero ahora no había ninguna sonrisa en su cara.
- ¡qué sorpresa! Tu madre me dijo que hoy no te iba a ver.
- A veces mi madre habla más de la cuenta. ¿te vas a quedar de pie en la bañera o me vas a invitar a subir a bordo?
Salté al pantalán, cogí la silla e intenté subirla por la rampa, pero era imposible.
- Creo que me vas a tener que coger en brazos.


Al cogerla sentí sensaciones extrañas. Por un lado toqué sus delicadas y finas piernas…y me impresionó. Parecían frágiles, como de cristal, tanto que me daba la impresión que si las apretaba demasiado se podrían romper. Por otro lado noté sus brazos agarrados a mi cuello y me gustó sentirla tan cerca. Sentí su pelo en mi cara. Percibí el olor de su cuerpo. Dejó caer delicadamente su cabeza sobre mi hombro. Hacía tiempo que no tenía una mujer tan cerca de mí y mentiría si dijera que no me puse nervioso. Con delicadeza la senté en uno de los bancos del camarote. Empezó a mirar de un lado a otro, observándolo todo. Cuando terminó sus ojos se centraron en mí.


- Ayer te fuiste sin decir nada, me quedé preocupado, no sé, pero me encantaría poder ayudarte.
- ¿haces milagros? – dijo ella.
- ¿milagros? No te entiendo.
- Si no haces milagros no puedes ayudarme.
- De verdad, no te entiendo.
- Ayer me fui porque cuando me llamaron por teléfono era para decirme los resultados de un escáner. No volveré a andar nunca más, ¿sabes una cosa? Por más que te lo imagines en el fondo tienes la esperanza de que todo vuelva a ser como antes. Por eso te digo lo de los milagros, porque es lo único que puede hacer que vuelva a andar.
- Lo siento, de verdad, no sé qué decir.
- No hay nada que decir. Lo que tengo que hacer es acostumbrarme a mi nueva vida.


Nos quedamos en silencio. Lo cierto es que no sabía qué decir ni qué hacer. Al final opté por la típica frase de “perdona, no te he ofrecido nada ¿te apetece tomar algo?”


- No, gracias. No me apetece tomar nada ¿sabes lo único qué me apetece?
- No, pero tengo la impresión que me lo vas a decir.
- Me apetece hacerte un tatuaje.
- ¿un tatuaje? – repetí sorprendido.
- Sí, me dijo mi madre que no tenías ninguno, bueno si es que te apetece, claro.
- Es verdad, no tengo ninguno, aunque es una cosa que siempre me va por la cabeza hacerme y de hecho tengo pensado el sitio dónde lo quiero y el motivo.
- Pues si quieres a mí me encantaría hacértelo, de hecho he traído en la mochila todo el material.
- ¿Tan segura estabas de que me iba a dejar hacerlo?
- Sí, sabía que no te resistirías a la tentación de que dibuje algo en tu cuerpo.


Le dije lo que quería y dónde lo quería. Luego le traje la mochila. Empezó a hacer varios bocetos, cuando terminaba uno me lo enseñaba. Así estuvimos un rato hasta que hizo uno que me gustó.

- Lo quiero en el gemelo, justo en un lateral.


Me fui a poner un pantalón corto y me tumbé en el banco donde ella estaba sentada. Mientras preparaba todo mis ojos se centraron en su cara. Le había cambiado la expresión, ya no estaba triste, todo lo contrario, ahora estaba relajada. Volvía a estar segura de sí misma, volvía a quererse. Se sentía de nuevo dominadora de la situación. Posó la plantilla en mi piel, marcó el dibujo, luego lo retiró.


Sentí su mano izquierda posarse en mi piel, de repente pequeños puntazos empezaron a picotear en mi epidermis.


- ¿te duele?
- No, tranquila.


Estuvo una hora trabajando en el tatuaje, durante ese tiempo no hablamos. Ella estaba concentrada en el dibujo, yo estaba concentrado en sus ojos, en sus labios, en sus manos, en la tinta que penetraba en mi piel.


- Ya está, ya puedes mirar – dijo con la cara de satisfacción que proporciona el trabajo bien hecho.
- Me gusta.
- A partir de ahora cada vez que veas el tatuaje te acordaras de mí.
Me incorporé y me senté frente a ella. Estábamos muy cerca, demasiado cerca, tanto que pude notar como su mirada y mi mirada confluían en los mismos ojos.
- Creo que no me va a hacer falta mirar el tatuaje para acordarme de ti.
- Cuidado marinero, no te enamores, eso puede ser peligroso.
- Eso lo decidiré yo.
- Yo jamás podré darte lo que te podría dar otra mujer.
- Tú no sabes lo que busco en una mujer.
- Es verdad, no sé lo que buscas pero si sé lo que no puedo darte y no olvides que no siento, ni volveré a sentir jamás nada, absolutamente nada de cintura para abajo.

Cerré los ojos. Mis dedos apartaron suavemente el pelo de su cara. Luego fueron hacia sus ojos, las yemas de mis dedos recorrieron sus párpados, descendieron por la nariz hasta llegar a sus labios. Suavemente se deslizaron del labio superior al inferior. Luego cayeron hacia sus pechos. Le desabroché la camisa. Continué con los ojos cerrados, mis manos eran mis ojos. Intuí unos pechos pequeños pero tersos, los recorrieron lentamente, acariciaron su cintura. Ahora empecé a jugar con mi lengua, pero en sentido contrario. Subí dejando una piel húmeda, formando surcos como si fueran meandros que el rio va dejando en el cauce por donde pasa. Sentí sus manos en mi nuca.


- Ven.


Empezó a besarme como nadie lo había hecho. Una dulzura rebosante de pasión. Lentamente su lengua se mezcló con la mía. Sus manos descendieron hasta empezar a acariciarme. Ahora era ella la que bajaba de mi pecho a mi cintura. Con una tranquilidad pasmosa me quitó el pantalón…
No, no hicimos el amor pero no nos hizo falta. Lo que sucedió en ese camarote era lo más hermoso que me había sucedido nunca….


Guardé la libreta en la caja.


- Sube a cubierta que ya estamos a punto de atracar.
- Venga Eva, anímate a hacerlo tú.


Hacía calor en la cubierta. El sol se reflejaba en los tatuajes que tenía en el antebrazo. Todos los tatuajes que me iba haciendo la mujer que ahora tenía a mi lado y que nunca había dejado de acompañarme desde que la conocí en la vieja taberna.






4 comentarios:

ISLA MARIPOSAS dijo...

ha sido un placer llegar hasta aqui.. hasta ese final .. (que me ha gustado mucho.. soy una sentimentallll)..
mi felicitación.
y un beso
flor-i

ElSilenciO... dijo...

Mi capitán ... Me encanta leerte y ver que has vuelto a escribir mas a menudo.. Un placer leer una historia que siempre navega entre mares.... Un besazo

xavi dijo...

ISLA.

Me alegro mucho de que te haya gustado...a mí también me gustan las historias con final feliz.

EL SILENCIO

Muchas gracias. Espero que haya mas historias,aunque estos días son de temporal fuerte...aunque eso son otras historias. Quizás para la próxima entrada del blog.

xavi dijo...

ISLA.

Me alegro mucho de que te haya gustado...a mí también me gustan las historias con final feliz.

EL SILENCIO

Muchas gracias. Espero que haya mas historias,aunque estos días son de temporal fuerte...aunque eso son otras historias. Quizás para la próxima entrada del blog.