sábado, 19 de abril de 2008

EL JOVEN DEL FARO 3ª Parte

Cuando terminó el verano no me quedó más remedio que, al menos durante la semana, dejar a mi padre solo en la isla. Tenía que empezar el curso lectivo, así fue como todos los domingos, una barca del pueblo venía a buscarme. Me quedaba interno en el colegio hasta que, por fin, llegaban los viernes. Las cinco de la tarde era mi hora de la libertad. Cogía la misma barca que me había traído y me llevaba de nuevo al faro.

Ahora, con el paso del tiempo, no recuerdo esos años de internado con tanta crudeza. Hubo, como en la vida, momentos malos y momentos buenos. Hice buenos amigos y muy buenos enemigos. También es importante tener enemigos que sepan estar a la altura. No vale cualquier contrincante, tiene que ser bueno porque cuando le vences la satisfacción es mucho mayor.

Cada viernes, al llegar a la isla mi padre ya estaba esperándome en lo alto del acantilado, junto a las escaleras. Al verme le cambiaba la cara, sus ojos e incluso el color de su piel. Entre él y yo, desde la falta de mi madre, se había establecido una complicidad especial. Nos unían tantas cosas, la poesía, la mar, el amor hacia una misma mujer y esa pequeña isla. Ese era nuestro País de Nunca Jamás, en él éramos capaces de inventar historias y personajes. Él me transmitió una manera de vivir, de sentir la vida, o mejor dicho, de comer la vida. De él admiraba muchas cosas pero sobre todo sus principios, sus valores, la lealtad, la amistad, solidaridad, respeto hacia los demás, independientemente del color de la piel o de su nacionalidad. Palabras y sentimientos que por desgracia, con el paso del tiempo, se han ido prostituyendo en boca de gente intolerante. Hombres y mujeres que ondean banderas y se creen con derecho a salvar mi patria, sin darse cuenta que hay personas que no tenemos patrias, que no deseamos tener una patria a quien salvar, mi patria es mi espíritu y la gente que me ama y amo.

Después de llegar a casa, en invierno, subía con mi padre al faro. Cuidaba esa luz, a sabiendas que la vida de los marinos, en las noches de bruma o temporal, era su salvación. Luego, ya en casa, encendíamos la chimenea y como un pequeño ritual, cada uno se sentaba en su sofá y me hacía explicarle como había transcurrido la semana. Siempre me preguntaba “esta semana ¿qué has aprendido?”, pero él no se refería a las materias educativas, no, él se refería a la vida, al comportamiento de la gente. Le hablaba de unos y de otros, de los compañeros y de los profesores. Él, antes de contestarme, se quedaba mirando el fuego y luego me decía “creo que en esto has hecho bien y en esto mal”, “esta situación la podrías haber enfocado de tal manera o de tal otra”. Le preocupaba mucho más mi actitud hacia los demás que lo que pudiera enseñarme cualquier profesor.

Mi padre era un hombre peculiar, un ejemplo a seguir.

Así fueron pasando los años con sus inviernos y veranos; hasta que terminé el colegio y llegó la hora de la Universidad. Tanto él como yo éramos conscientes de que tendría que ir a la ciudad, que seria totalmente imposible vernos los fines de semana, pero mi padre deseaba que yo estudiara una carrera. Ese fue un momento delicado en nuestra relación, yo quería quedarme con él y él quería que yo estudiara.

Al final le hice caso y un día fui a la ciudad a matricularme. Tuve que estar varios días y lo cierto es que por una parte me gustó descubrir esa urbe llena de gente, pero me decepcionó el darme cuenta de lo invisibles que podemos llegar a ser unos con otros.
El viaje de vuelta a la isla fue excitante, ardía en deseos de llegar y contarle a mi padre todo lo que había visto, lo que había hecho, me moría de ganas de darle un disco que le había comprado de María Callas, su diva, cantando “La Traviata” de Verdi.

Cuando llegué a la isla me sorprendió que no estuviera esperándome en el acantilado. Me extrañó más si cabe, porque le había avisado de mi hora aproximada de llegada. Era raro.

Subí las escaleras con cierta inquietud. En principio todo parecía normal, la bandera republicana ondeaba en su sitio, la huerta no parecía desatendida pero…no sé, tenía la sensación de que algo estaba pasando.

Cuando abrí la puerta de casa me encontré a mi padre cabizbajo sentado en su sofá. En las rodillas tenía posado un papel y entre sus manos, la foto de mi madre que yo tenía guardada detrás de la cajonera. El ver a mi padre en ese estado me causó un malestar difícil de explicar.

Al verme levantó la cabeza lentamente, hizo una mueca de resignación y al ver que yo miraba la foto… mi foto, me dijo:

- Yo supe desde el principio donde tenías esa fotografía, pero también sabía que tú la necesitabas más que yo, por eso no me importó que durmieras con ella y luego, al despertarte la guardaras. Cuando te ibas los domingos – continuó diciéndome – la fotografía la cogía yo y entonces hacía lo mismo que tú, la ponía debajo de mi almohada. Los viernes, con mimo, la envolvía y la dejaba donde tú la habías escondido.

Luego alargó su mano y me dio, temblando, el papel que tenía posado sobre sus rodillas.

Al leerlo me quedé estupefacto, no me lo podía creer...

14 comentarios:

Erika dijo...

Me ha encantado pero ayy quiero leer lo que sigue, en serio, me gustó mucho.

EjcoBesos

Lilian dijo...

El amor de los padres es algo que me emociona hasta los mas profundo ... Has sabido llegar a esa raiz con estas letras; esperamos la continuacion.
Saludos :o)

guada dijo...

quiero más, eso no se hace eh, me has dejado con una sensación de..... pero esto que es? qué es ese papel? qué pone? qué significa? qué carrera estudió? etc etc etc
joder me tienes completamente enganchada
sigue, un beso

Verbo... dijo...

Me gustó eso de que los enemigos tienen que ser de altura, buen consejo.

Beso amigo ♥

M.

xavi dijo...

EJCO:
Gracias, me alegro que te haya gustado. Lo que sigue espero que os sorprenda...

un beso

LILIAN:
Si lees el post "T´ESTIMO PARE(TE QUIERO PADRE), he puesto la primera fase en catalán pues así es como me dirijo a él, podrás ver la relacion, la real, que tenemos mi padre y yo.

saludos

GUADA:
Es un verdadero placer saber que algo que escribes engancha a la gente, pero ahora te pregunto ¿qué crees que pondrá en ese papel? evidentemente juego con ventaja porque yo ya lo sé. Pero si me ofreces una buena alternativa lo cambio.

VERBO:
Efectivamente creo que tanto los amigos como los enemigos tienen que estar a una muy buena altura.

un beso

Anya dijo...

No hay nada mejor que leerte Xavi :) por eso tienes un regalo más q merecido en mi blog, pasa por él cuando puedas :) besos!!!

xavi dijo...

NINFA:
Muchísimas gracias. El premio me gusta mucho pero lo que dices sobre mi forma de escribir me emociona.

un beso fuerte

Anónimo dijo...

Que excitante ....

Aleteos!

Jo dijo...

extraño a mi papa...

Bertix dijo...

Y que dice el papel????

bss.

Gise =) dijo...

Que hermosa es la historia y cuanto de tu amor de hijo y padre hay en ella. Que dice la carta?? es de la mili?? bueno dicen que la paciencia es la madre de todas las ciencias... a esperar la tercera parte.
Cada vez que te leo, me emociono tienes esa vitud... Gracias!!!
Besikis!!!!!

xavi dijo...

JOLIE:
Siento muchísimo que mi relato hiciera que la tristeza aflorará en tí. Lo siento de veras.

un fuerte abrazo

SaRiTiSiMa dijo...

Ay xavi. No sabes la emocion con q t saludan a miles d km d aqui aquellos q tuvieron la desgracia d tener q salir d aqui para ganarse la vida. En mi modesta opinion ese sentimiento d patria es mucho mas d lo q reflejas...
Precioso!
bsos

xavi dijo...

SARITISIMA:
A mí no me gustan nada las patrias, ni las fronteras, ni las alambradas ¡joder! no sirven más que para separar. El mundo es de todos y nadie por haber tenido la suerte de haber nacido en un país "rico" tiene derecho a ignorar a los que no han tenido suerte.

un beso