Recuerdo que la primera vez que vi aquella pequeña isla con el faro en uno de sus extremos y la pequeña casa adosada a él, me fascinó. Su presencia inmensa y todopoderosa logró cautivarme. La luz que irradiaba, lenta y pausadamente, hizo que todo el disgusto y desazón que había provocado en mí el tener que dejar el pequeño pueblo, mis amigos… en definitiva todo lo que en aquella época me importaba, se transformara en admiración, Aquel gran faro aparecía ante mis ojos como una de las descomunales Torres de Hércules dando paso a un nuevo mundo.
Mi padre amarró la pequeña embarcación a uno de los hierros que sobresalía de las rocas. Junto al pequeño embarcadero había unas escaleras talladas en el acantilado que subían hasta la pequeña casa. El llevaba dos grandes maletas y yo una pequeña mochilla llena de libros, algún que otro juguete y escondido entre todo ello una foto de mi madre. Esa fotografía la estuvo buscando mi padre pero era tan especial para mí, que esa la quería yo. Quería conservarla, reservármela sólo para mí. Estaba tan hermosa, tan bella, que a mis ojos parecía que estuviera viva, mirándome con cariño. Durante muchas noches antes de irme a dormir colocaba esa foto debajo de mi almohada, cerraba los ojos y podía oír su voz recitándome poemas de Machado, contándome historias que sólo existían en su imaginación. Cuando me despertaba por las mañanas le daba un beso de buenos días y la guardaba, envuelta en un pañuelo, detrás de una cajonera. Ese fue durante mucho tiempo mi gran secreto; quizás el único secreto que existía entre mi padre y yo.
La casa estaba a oscuras, aún así, pequeños rayos de luz intentaban filtrarse por las ranuras de las persianas, pequeños resquicios que provocaban un juego de luces, mezclándose como los claro-oscuros de los cuadros de Goya, con las sombras y el polvo que cubría los muebles de la estancia.
Sólo había dos habitaciones, un baño y una cocina. Desde el interior de la casa se podía acceder al faro.
Tanto mi padre como yo abrimos de par en par todas las ventanas, queríamos que la luz, la hermosa luz del Mediterráneo y la brisa del mar entrarán a borbotones en esa desvencijada casa.
Dejamos las maletas y subimos al faro por unas escaleras de caracol. Desde arriba la vista era sublime, teníamos ante nosotros toda la costa. Era un día claro y soplaba el mistral, no había ni una nube, nada que impidiera divisar los pequeños pueblos situados a escasas millas de nuestra isla. El agua estaba tan limpia que se podía ver el fondo del mar, las diferentes tonalidades, el color marrón de la arena y el negro de las rocas, se distinguía con claridad el estrecho paso por el cual tenían que cruzar las embarcaciones para no embarrancar.
Mi padre amarró la pequeña embarcación a uno de los hierros que sobresalía de las rocas. Junto al pequeño embarcadero había unas escaleras talladas en el acantilado que subían hasta la pequeña casa. El llevaba dos grandes maletas y yo una pequeña mochilla llena de libros, algún que otro juguete y escondido entre todo ello una foto de mi madre. Esa fotografía la estuvo buscando mi padre pero era tan especial para mí, que esa la quería yo. Quería conservarla, reservármela sólo para mí. Estaba tan hermosa, tan bella, que a mis ojos parecía que estuviera viva, mirándome con cariño. Durante muchas noches antes de irme a dormir colocaba esa foto debajo de mi almohada, cerraba los ojos y podía oír su voz recitándome poemas de Machado, contándome historias que sólo existían en su imaginación. Cuando me despertaba por las mañanas le daba un beso de buenos días y la guardaba, envuelta en un pañuelo, detrás de una cajonera. Ese fue durante mucho tiempo mi gran secreto; quizás el único secreto que existía entre mi padre y yo.
La casa estaba a oscuras, aún así, pequeños rayos de luz intentaban filtrarse por las ranuras de las persianas, pequeños resquicios que provocaban un juego de luces, mezclándose como los claro-oscuros de los cuadros de Goya, con las sombras y el polvo que cubría los muebles de la estancia.
Sólo había dos habitaciones, un baño y una cocina. Desde el interior de la casa se podía acceder al faro.
Tanto mi padre como yo abrimos de par en par todas las ventanas, queríamos que la luz, la hermosa luz del Mediterráneo y la brisa del mar entrarán a borbotones en esa desvencijada casa.
Dejamos las maletas y subimos al faro por unas escaleras de caracol. Desde arriba la vista era sublime, teníamos ante nosotros toda la costa. Era un día claro y soplaba el mistral, no había ni una nube, nada que impidiera divisar los pequeños pueblos situados a escasas millas de nuestra isla. El agua estaba tan limpia que se podía ver el fondo del mar, las diferentes tonalidades, el color marrón de la arena y el negro de las rocas, se distinguía con claridad el estrecho paso por el cual tenían que cruzar las embarcaciones para no embarrancar.
16 comentarios:
Esta historia promete...
La he leido mientras comia nueces y avellanas, como si estuviera en el cine con las palomitas, pero en el trabajo...jejejeje
Faro Puerto de Luz, es donde nosotras dos nos conocimos :-)
Gratos recuerdos.
Aleteos!
Sabes los faros me encanta mirarlos, yo tengo la suerte de tener cerca la playa y me encanta pasear por la noche y mirar el faro,.
Que bonito cuando narra lo de la foto, se me llenaron los ojos de lagrimas..seguire atenta al relato.
Un besito y una estrella.
Mar
El unico faro en la unica isla que conozco es el de Formentera, no el de la peli el otro, allí llegue con tu relato, sintiendo el olor al mar, te vi esconder la foto de tu madre, la luz del Mediterraneo entrando en la casa... Me has emocionado mucho, gracias es hermoso el relato, tanto como el mar que rodea la isla...
Besikis!!!!!
¿Faro? aquí en Sevilla...espera que salgo a ver los de mi coche...¡Pufff! no es lo mismo..
¡Ya estás tardando en seguir la historia!, venga hombre, no nos dejes así.
Magnífico el relato de la foto bajo la almohada.
Saludos
ANONIMO:
Gracias por el comentario, espero no defraudar. Cuando comentas lo del cine eso es exactamente lo que hago con mis historias, las escribo mientras veo en mi cabeza como se van desarrollando los hechos.
ABEJITAS:
Me alegro que os traiga gratos recuerdos. Me lo imaginaba.
MAR:
Lo de la foto se me ocurrió al final; ya veo que fue un acierto; y gracias por seguir atenta.
GISE:
Es un placer saber que emocionas y transmites cuando escribes algo.
JOSÉ MANUEL:
Me encanta tu sentido del humor, no cambies nunca. Lo que pasa es que tu eres un cutre y los faros de tu coche son de los antiguos.
Ahora en serio, me alegro de que os haya gustado el relato.
un placer tenerte por aquí.
entro aqui bajo coacciones, no digo de quien, pq el ser chivata no es uno de mis defectos,
lo mio con los faros es una relación de amor-odio, más lo primero, siempre me he sentido atraida, fascinada, es mágico (como tus relatos)
un beso
Siempre me han atraido mucho los faros. No sabes las veces q he imaginado como serian por dentro esos lugares... y la cantidad d historias q albergaran.
No demores mucho la segunda parte "please" q el sabado me voy unos dias y me gustaria leerla antes
Siempre he querido subir a un faro y observar a mi alrededor todo el tiempo que necesite hasta cansarme.
me imagine todo la luz.. el faro a tu padre... y la casa casi en ruina
ojala siempre tenga la suerte de divisar en una luz... y hacer de cuenta que estas ahi cerca...
aunque lejos estes...
Antes que nada: felicidades por el premio!!! XD!
Me gusta! me gusta!! me quedo con la foto de tu madre y los hermosos momentos que vivías recreándote en su mirada :)! esperaré la continuación!! besos!! :)!
¿Sabés? Mientras me adentraba en la historia, se hizo presente en mi memoria un bello lugar que junto a mi esposo solíamos ir de vacaciones, pues tenía un hermoso faro y el limpido mar bordeado de rocas, un lugar de ensueño.
Me dio mucha tristeza cuando narras lo de la foto del niño y su madre, viví cada momento contado como si lo estuviese viendo; Cuando lo continúes avísame, no quiero perderme la 2° parte. ¿SI?
Besitos Xavi♥
Saludos ... interesante historia. Muchas gracias por colocarme entre tus links :)
GUADA:
Prefiero que la gente entre voluntariamente, no por coacciones, pero bueno ya que has entrado te agradezco el calificativo que utilizas para mis relatos "mágico". Gracias
SARITISIMA:
Tienes suerte hoy mismo acabo de publicar la segunda parte. Espero que te guste.
EGO:
Una sugerencia a tu inquietud, se organizan visitas a faros.
JOLIE:
Te agradezco tu comentario, es precioso. Gracias.
NINFA:
Muchas gracias por la felicitación. Ya veo que a ti también te ha gustado el párrafo de la foto. Somos unos sentimentales ¿verdad?
KUKILIN:
Me alegro que con mi relato hayas podido recordar momentos hermosos. La segunda parte ya está, casualidad la he publicado hoy.
LILIAN:
Tu blog me parece muy interesante así que como no ponerlo en mis links. Me alegro que te haya gustado la historia.
Voy a por la segunda parte.
bss.
BAHHIA:
¿Pero te ha gustado la primera?
un beso
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