Hace aproximadamente un mes que me encuentro en mi nuevo puesto de trabajo, un tiempo que considero más que suficiente para hacer una valoración objetiva de lo sucedido. He de reconocer que al principio me costó, como todos los cambios no elegidos o no deseados, sin embargo estoy contento, tanto con el grupo de gente que me ha tocado trabajar como conmigo mismo.
Estoy satisfecho porque he sabido adaptarme a la nueva situación.
Durante este mes no solo me han sucedido cosas importantes a nivel laboral, también a nivel personal. He tenido la inmensa suerte de estar durante una semana en Eivissa, o lo que es lo mismo Ibiza. Esa isla en medio de mi Mediterráneo ha superado todas las expectativas.
Ahora mismo dejo de escribir para buscar, o al menos intentar buscar, las palabras exactas para describir el cúmulo de sensaciones que llegué a experimentar sentado en esas rocas observando como la mar me engrandecía el alma.
Exceptuando San Antonio, que no me gustó absolutamente nada, el resto de la isla consiguió cautivarme y no solo me refiero a las calas escondidas entre recodos de mar, me refiero también al interior de la isla. A esos pueblos blancos detenidos en el tiempo.
Ibiza, o Eivissa para los que hablamos catalán, tiene un casco viejo digno de ser pisado, respirado. Una atalaya en la que te sientes importante divisando la entrada al puerto con la luz del faro de Formentera haciendo compañía a las miles de estrellas que cubren esa inmensa mar. Puestas de sol rotas únicamente por el perfil de viejas barcas varadas en la arena.
En fin, ha sido un mes intenso en todos los aspectos de mi vida y cuando uno vive con intensidad es señal inequívoca de que está vivo, y así es como me siento ahora…vivo.
3 comentarios:
sabes? sonrío por ti...muak
hola
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