La tormenta llegó a la isla al mismo tiempo que yo. La travesía se me hizo larga y monótona, lo único que alimentaba mi interés era llegar pronto a puerto y abrir el bidón que contenía objetos aún desconocidos para mí.
Después de realizar todos los trámites necesarios para poder amarrar el barco, le pregunté a un marinero que andaba metiendo en una pequeña nave aparejos y cargando tablas de surf si conocía alguna pensión u hostal cerca del puerto. Tras varios días de navegación me apetecía dormir en una cama y pegarme un buen baño.
El marinero, casualidades de la vida, me dijo que su madre alquilaba habitaciones. No sólo eso, también me contó en poco tiempo casi toda su vida. Su madre se había quedado viuda, cobraba una mínima pensión, el era gay y se llevaba mal con su madre y peor aún con su difunto padre, ahora no tenía novio pero no le importaba, a pesar de la incomprensión de su madre la quería mucho, etc, etc
La verdad es que no paraba de hablar, en cualquier otra circunstancia me hubiera hecho hasta gracia su forma de expresarse. Eran frases cortas e inconexas, me recordaba a cuando mandas mensajes por el móvil. Quieres decir muchas cosas en muy poco espacio de tiempo, pero lo suficientemente claras para que la persona que lo reciba entienda perfectamente lo que has querido decir. Pero en esos momentos, con la que estaba cayendo no me apetecía nada seguir aguantando sus sms; así que a riesgo de parecer un impertinente le corte la conversación.
- lo siento, estoy muy cansado – le dije con cara de resignación, tampoco es cuestión de llevarse mal con los marineros del puerto – así que si me dices dónde está la casa de tu madre te lo agradecería.
- joder – exclamó – siempre me pasa lo mismo empiezo a hablar y no paro. Ya me lo decían en el colegio. Tenía un profesor de matemáticas que …
Le interrumpí, pero ahora sin ningún miramiento, ya había aguantado la historia de su vida actual pero lo que no iba a aguantar bajo ningún concepto es que me empezara a contar su vida desde que empezó a ir a la escuela.
- por favor – intenté, al menos, ser un poco educado – me puedes indicar dónde está la casa de tu madre.
Por fin la pregunta surtió el efecto esperado. Me señaló una casa que estaba al final del paseo marítimo. Con el petate en la espalda y el bidón en la mano me encaminé hacia donde me había indicado.
Llegué a la casa empapado. Me abrió la puerta una señora de unos setenta años, llevaba el pelo recogido en un pequeño moño, tenía la tez morena que contrataba mucho con el pelo blanco.
- ¿qué desea? – me preguntó con voz pausada – pero pase, pase que con la que está cayendo se va empapar.
Entramos en un pequeño recibidor con un gran espejo y una repisa llena de fotos. Así, a bote pronto, me pude dar cuenta que entre las seis o siete fotos que allí tenía expuestas no había ninguna de su hijo, lo cual me hizo pensar que la relación que mantenían no era excesivamente buena.
- me han dicho que alquila habitaciones – obvié decirle que fue su hijo el que me había facilitado la información. No quería ni acordarme de ese tipo.
- si, me queda una habitación libre, además tiene suerte. Esa habitación es la única que tiene una pequeña terraza y tiene unas vistas muy bonitas. Le puedo asegurar – siguió diciéndome pausadamente – que los amaneceres son muy majos visto desde ahí.
Me hizo gracia la utilización del adjetivo “majos” para describir los amaneceres.
- vale, me la quedo.
- ¿pero no quiere verla primero? – me preguntó ella extrañada – ni siquiera le he dicho el precio.
- No hace falta – le respondí – si los amaneceres son majos seguro que me encanta y por el precio no se preocupe.
Me acompañó hasta la habitación.
Al quedarme solo pude observar con detenimiento la que durante unos días, al menos hasta que pasara la tormenta, sería mi nuevo “camarote”. Era amplia pero sobria, no había nada innecesario, nada superfluo, nada que hiciera que mi atención no se centrara en un inmenso ventanal de dos puertas que daba acceso a la terraza. La vista, forzosamente, se iba hacia los cristales por los que resbalaban las gotas de agua, incluso el cabezal de la cama estaba orientado hacia ese mirador. Ahora entendía la sobriedad de la habitación, realmente no necesitaba nada más, allí, ante mis ojos, tenía todo lo que un hombre de mar necesitaba.
Me quité la ropa mojada, me duché, encendí un cigarro y me senté en el suelo, con la espalda apoyada en los pies de la cama y enfrente ese gran ventanal. Tenía el bidón delante de mí, cerré los ojos, oí rugir el mar, la lluvia golpeando de manera desacompasada contra los cristales. Con la mano derecha acaricié el recipiente que tenía delante de mí intentado, de alguna manera, captar todo lo que dentro de él se hallaba.
Al abrirlo fui sacando varios objetos, una foto antigua de un barco de guerra, un escapulario con una virgen en su interior y un sobre vacío. Al volver a introducir la mano saqué otro sobre, pero éste si tenía una carta en su interior.
Por unos momentos dudé en leer ese viejo papel, tuve la sensación de violar algo que no me pertenecía. Pero también pensé que la persona que la echo a la mar quería que el que la encontrara leyera lo que allí había si no… ¿qué sentido tenía todo aquello? Desdoble el viejo papel con cuidado, nada más leer el encabezamiento me di cuenta que era una carta de amor.
Después de realizar todos los trámites necesarios para poder amarrar el barco, le pregunté a un marinero que andaba metiendo en una pequeña nave aparejos y cargando tablas de surf si conocía alguna pensión u hostal cerca del puerto. Tras varios días de navegación me apetecía dormir en una cama y pegarme un buen baño.
El marinero, casualidades de la vida, me dijo que su madre alquilaba habitaciones. No sólo eso, también me contó en poco tiempo casi toda su vida. Su madre se había quedado viuda, cobraba una mínima pensión, el era gay y se llevaba mal con su madre y peor aún con su difunto padre, ahora no tenía novio pero no le importaba, a pesar de la incomprensión de su madre la quería mucho, etc, etc
La verdad es que no paraba de hablar, en cualquier otra circunstancia me hubiera hecho hasta gracia su forma de expresarse. Eran frases cortas e inconexas, me recordaba a cuando mandas mensajes por el móvil. Quieres decir muchas cosas en muy poco espacio de tiempo, pero lo suficientemente claras para que la persona que lo reciba entienda perfectamente lo que has querido decir. Pero en esos momentos, con la que estaba cayendo no me apetecía nada seguir aguantando sus sms; así que a riesgo de parecer un impertinente le corte la conversación.
- lo siento, estoy muy cansado – le dije con cara de resignación, tampoco es cuestión de llevarse mal con los marineros del puerto – así que si me dices dónde está la casa de tu madre te lo agradecería.
- joder – exclamó – siempre me pasa lo mismo empiezo a hablar y no paro. Ya me lo decían en el colegio. Tenía un profesor de matemáticas que …
Le interrumpí, pero ahora sin ningún miramiento, ya había aguantado la historia de su vida actual pero lo que no iba a aguantar bajo ningún concepto es que me empezara a contar su vida desde que empezó a ir a la escuela.
- por favor – intenté, al menos, ser un poco educado – me puedes indicar dónde está la casa de tu madre.
Por fin la pregunta surtió el efecto esperado. Me señaló una casa que estaba al final del paseo marítimo. Con el petate en la espalda y el bidón en la mano me encaminé hacia donde me había indicado.
Llegué a la casa empapado. Me abrió la puerta una señora de unos setenta años, llevaba el pelo recogido en un pequeño moño, tenía la tez morena que contrataba mucho con el pelo blanco.
- ¿qué desea? – me preguntó con voz pausada – pero pase, pase que con la que está cayendo se va empapar.
Entramos en un pequeño recibidor con un gran espejo y una repisa llena de fotos. Así, a bote pronto, me pude dar cuenta que entre las seis o siete fotos que allí tenía expuestas no había ninguna de su hijo, lo cual me hizo pensar que la relación que mantenían no era excesivamente buena.
- me han dicho que alquila habitaciones – obvié decirle que fue su hijo el que me había facilitado la información. No quería ni acordarme de ese tipo.
- si, me queda una habitación libre, además tiene suerte. Esa habitación es la única que tiene una pequeña terraza y tiene unas vistas muy bonitas. Le puedo asegurar – siguió diciéndome pausadamente – que los amaneceres son muy majos visto desde ahí.
Me hizo gracia la utilización del adjetivo “majos” para describir los amaneceres.
- vale, me la quedo.
- ¿pero no quiere verla primero? – me preguntó ella extrañada – ni siquiera le he dicho el precio.
- No hace falta – le respondí – si los amaneceres son majos seguro que me encanta y por el precio no se preocupe.
Me acompañó hasta la habitación.
Al quedarme solo pude observar con detenimiento la que durante unos días, al menos hasta que pasara la tormenta, sería mi nuevo “camarote”. Era amplia pero sobria, no había nada innecesario, nada superfluo, nada que hiciera que mi atención no se centrara en un inmenso ventanal de dos puertas que daba acceso a la terraza. La vista, forzosamente, se iba hacia los cristales por los que resbalaban las gotas de agua, incluso el cabezal de la cama estaba orientado hacia ese mirador. Ahora entendía la sobriedad de la habitación, realmente no necesitaba nada más, allí, ante mis ojos, tenía todo lo que un hombre de mar necesitaba.
Me quité la ropa mojada, me duché, encendí un cigarro y me senté en el suelo, con la espalda apoyada en los pies de la cama y enfrente ese gran ventanal. Tenía el bidón delante de mí, cerré los ojos, oí rugir el mar, la lluvia golpeando de manera desacompasada contra los cristales. Con la mano derecha acaricié el recipiente que tenía delante de mí intentado, de alguna manera, captar todo lo que dentro de él se hallaba.
Al abrirlo fui sacando varios objetos, una foto antigua de un barco de guerra, un escapulario con una virgen en su interior y un sobre vacío. Al volver a introducir la mano saqué otro sobre, pero éste si tenía una carta en su interior.
Por unos momentos dudé en leer ese viejo papel, tuve la sensación de violar algo que no me pertenecía. Pero también pensé que la persona que la echo a la mar quería que el que la encontrara leyera lo que allí había si no… ¿qué sentido tenía todo aquello? Desdoble el viejo papel con cuidado, nada más leer el encabezamiento me di cuenta que era una carta de amor.
Decía lo siguiente…
14 comentarios:
Me apasiona leerte, espero que si la encuentras y me lleves.. yo si no lo veo..
jej
Un besito.
...dios mio...que colgadica me he quedado...deseando estoy que llegue la siguiente entrega...¿Qué dirá la carta? ¿de quien será? ¿a quién ira dirigida?...por dios, por dios...que llegue pronto...
Capitán Xavi...tienes un regalito en mi blog con toda mi admiración y cariño...
Pero como puedes ser asi? La historia se queda de lo mejor... Me gusta esta historia, esta narrada con un ritmo continuo, desde la primera parte, que me agrada mucho. Espero la tercera parte para saber que es lo que decia la carta. Es increible como vas creando realidades con tus historias.
Un abrazo!
Niño no me hagas esto como me dejas asi en medio de la historia, jooo no vale....Lo del marineriço ten cuidado porque tanto hablar quiza te quiera ligar, jajajaja.
Me encnata leerte pero no es justo lo que has hecho, cuadno ya tenia la carta en mi mano y estaba apunto de leerla me la quitas...
Bueno me quedo mirando la lluvia por el ventanal y esperandote a que vuelvas a leerme la carta...
Besikis reconfortantes para la tormenta y que pases un excelente fin de semana y disfrutes mucho!!!
Dude si comenzar a leerte.....y ahora trás hacerlo obtuve la respueta....debí esperar a esa tercera parte! cuando leemos un libro nosotros marcamos las pautas de lectura.... aquí las marcas tú, tienes algo que siento que me pertenece....es el final!
Mañana volverá a por el.....
me encanta, lo que transmites, estoy impaciente por seguir leyéndote,
un beso
LUCIA-M:
Déjame que me quede con esta frase "me apasiona leerte".
Cuando uno está jodido y tiene la autoestima hecha una mierda (mañana me toca sesión de psicólogo) el que alguien te diga que le apasiona leerte hace que te sientas valioso.
Como dije en un coment en el blog de mi amigo EGO empece en esto de los blogs simplemente porque me gusta escribir, por el placer de plasmar historias y gracias al blog la gente me leyera. Con comentarios como el tuyo sé que ese objetivo está cumplido.
Un millón de gracias.
Besos
MIMUNDO:
Lo primero es darte las gracias por tu post, ya lo he leido y me ha encantado. Jamás hubiera imaginado que alguien tuviera el enorme detalle de titular un post de esa manera.
Si me hubieras visto, cuando lo he leido me he puesto rojo de la verguenza que he pasado.
Gracias por ese maravilloso regalo. Lo guardaré en mi cuaderno de bitácora.
En cuanto a la siguiente entrega estoy en ello, pero...tiempo al tiempo.
Besos
LILIAN:
Reconozco que dejar así la historia es una faena, pero entiéndelo, de alguna manera tengo que intentar mantener ese puntito de misterio.
un beso
GISE:
Lo del marinerito lo corté rápido porque a mí también me dio la impresión de que quería echarme los tejos, y cada uno es muy libre de hacer lo que quiera, pero la verdad es que yo prefiero el sexo femenino.
Este fin de semana hace la comunión María, mi pequeña princesita, así que seguro que es un fin de semana excelente.
Besos
AMAPOLA:
Lo primero es darte las gracias por pasarte por mi blog. Desconozco si me habías leído antes pero (jajaja) yo siempre dejo algo para el final.
Sin embargo te advierto de dos cosas:
- quizás mañana no esté el final.
- quizás mañana esté la carta pero no el final
¿quién sabe que ocurrirá?
Un placer tenerte por aquí.
GUADA:
Como tu y yo ya tenemos mucha confianza permíteme que te regañe
¡DEBERÍAS ESTAR ESTUDIANDO!
y cuando termines los exámenes vuelves, pero bueno ya que estás, muchas gracias por tu comentario.
Un beso guapísima y a estudiar, que luego pasa lo que pasa.
Te repito lo mismo que las demás... eso no se hace deja la historia así... pero bueno esperaremos a la próxima entrega, sin duda la historia es extraordinario desde la primera parte, enhorabuena. Un besot
Debería estar estudiando en estos momentos, pero como cada día me he dispuesto a entrar en este camino tuyo en busca de esa Itaca y como siempre me sorprendes... ya me gustaría a mi decir esas palabras que se convierten en relatos y que a mi me saben a gloria...
un beso y sigue con la historia que me has dejado intrigada.
ASISOYYO:
Pido humildemente perdón por dejaros con la incognita pero que sería la vida sin esos pequeños misterios.
besos
DYSSAR:
¡cómo suspendas a mí no me eches la culpa! jajajaja
Seguro que no, seguro que eres una chica muy lista y apruebas todo.
Gracias por el comentario, es muy bonito y por supuesto me encanta que te sepan a gloria (esa frase me ha hecho mucha gracia)
un beso y ¡a estudiar!
Reconozco que me has "enganchado"
sigue please;-)
Muero por saber que dice esa carta y a quien va dirigida.
Avisame cuando escribas el tercer capitulo.
♥Besitos Xavi♥
Ay xavi: Esta la ventana cerrada no??? No sea q ese viejo papel se lo lleve el viento y nos dejes con las ganas!!. No t lo perdonariamos.
Me encanta y ansiosa d seguir leyendo
un beso
DORI:
Gracias por pasarte por mi blog y tranquila que la tercera parte ya está muy cerca.
Besos
KUKILIN:
Gracias por tu comentario y atenta que ya esta cerca el desenlace.
un besote
SARITISIMA:
Tranquila he tenido la precaución de cerrar bien las ventanas.
un beso querida Sara
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