Llevo casi tres meses sin escribir y lo cierto es que no sé muy bien el motivo. No me escondo de nada, o al menos eso creo. Tampoco es que mi estado de ánimo sea bajo, en absoluto.
En el trabajo estoy con la gente que quiero estar, hago el trabajo que quiero hacer y encima me pagan por ello… ¡qué más puedo pedir!
Las vacaciones perfectas. Una semana en un pueblecito junto al mar, como no podía ser de otra manera, en el sur de Francia. Paseos por campos inundados de olor a lavanda, olores que impregnaban todos y cada uno de los poros de mi piel. Luego, por supuesto tres semanas en mi pueblo, con mi gente, con mi playa, con sus sonrisas…, así que como decía antes no hay un motivo claro y objetivo por el cual no haya escrito nada.
Puede ser que quizás no tuviera nada que decir, o quizás es que tengo mucho que callar, no lo sé. Pero bueno, aquí estoy, sentado de nuevo delante del ordenador, escuchando música y mis dedos a su aire, dejándoles hacer, tecleando cada una de esas letras blancas pintadas sobre teclas negras.
Puede ser que a veces quieras decir cosas y no sabes muy bien cómo. Puede ser que el camino de las palabras sea tortuoso y entonces tu ánimo se aplaca esperando nuevos vientos.
Lo cierto es que no sé muy bien el motivo pero bueno, para volver a empezar yo creo que es más que suficiente.
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