Me gustaría volar, ser capaz de apreciar lo inhóspito. Ser capaz de darme cuenta del camino equivocado. Ser capaz de rectificar cuando eres consciente de que te diriges a un lugar equivocado, cuando ves que la proa de tu vida va directa, inexorable y tozudamente hacia un espejismo convertido en isla maldita que surge en medio de una mar repleta de errores. Una mar navegada una y mil veces por hombres y mujeres que creen que nunca se equivocarán…pero llegan a tierra, pisan las arenas blancas y se dan cuenta, desgraciadamente tarde, que esos granos que cubren la playa son arenas movedizas que engullen sueños malditos. Hombres y mujeres maldecidos por el Dios que cubre cada uno de esos cuerpos abandonados, derrotados, vencidos por falsas esperanzas. De la nada surgen fieras que amenazan con devorar corazones remotos, corazones que antaño tuvieron vida, corazones entregados a otros corazones que nunca pidieron nada a cambio porque un día aprendieron que nunca hay que pedir cuando alguien te regala una ilusión dormida en la constelación de los deseos.
Una constelación repleta de heridas sangrantes, de llagas encendidas de viejas utopías, de sirenas que no son sirenas, de hombres y mujeres que se engañan a sí mismos creyéndose inmortales ante el resplandor de un viejo sol que dormita en el ocaso de la cueva del acantilado del desamor. Un quirófano lleno de batas blancas intentando salvar lo insalvable porque nada existe dentro de esa sala blanca repleta de locura, de viejos locos que un día quisieron ser jóvenes a pesar del paso inexorable del tiempo. Un tiempo atrapado en un viejo reloj de arena que se mueve de un lado a otro despertando demonios malditos, demonios disfrazados de reyes, de Ulises, de Penélopes. Demonios disfrazados de hombres y mujeres que sonríen, que hablan, que incluso abrazan con sus alas de fuego, hombres y mujeres que engañan porque su sonrisa engaña, sus ojos engañan, sus palabras engañan como los espejismos en el desierto, que nos hacen creer que están ahí para y por siempre pero que, pobres ilusos, ni están ni estarán porque solo habitan en lugares sepultados por abrazos secuestrados. Lugares repletos de impactos provocados por armas que no son armas sino miradas traidoras que atacan a contraluz, miradas que se amparan en una oscuridad maldita impidiendo que la vida sea vida. Oscuridad que atrapa retinas ciegas de pasión y que de tanta pasión no ven mas allá de la esquina en la cual se esconde su cuerpo roto en mil lágrimas, en gotas que caen sobre la arena en la cual nos tumbamos al llegar a la tierra de los deseos.
Veo palabras que pasan junto a mí, oigo a la gente moverse de un lado a otro mirándome, contemplando como poco a poco me encierro en la cueva de un acantilado formado por acertijos, por juegos de magia, por cartas marcadas y ellos miran descaradamente a ver cual puede ser el truco, observan, pobres locos e ingenuos, de dónde saco la última carta. No se dan cuenta que el mago soy yo y que la magia eres tú…eso es lo único real.
2 comentarios:
tus palabras parecen arreciar tormenta, de esa huracanada que deja luego limpio el cielo y las aguas tranquilas..
me alegra mucho que "tengas" lo único real..
me alegro por el mago que hay en ti y que consigue la distancia suficiente para "ver" y distinguir ..
me alegro de corazón.
un abrazo
pd. mi oculista, hoy, - tenía revisión - ha pasado de mi totalmente, ya no importa que no veas.. al final , sólo me ayudan los "otros ojos" los interiores..
He capeado temporales más bravos y vientos más traidores, además he aprendido que después de la mala mar siempre llega la calma, solo hay que saber esperar.
Pd. Por la vista no te preocupes yo llevo gafas ;-)
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