Hoy en el taller de relatos hemos practicado la descripción, para ello teníamos que escoger un lugar de la ciudad, ir allí y describir lo que veíamos.
Cuando he salido de casa estaba lloviendo pero no me ha importado, en absoluto. Esas gotas de agua han traído a mí recuerdos de cuando era niño y llovía en el pueblo. Para nosotros que no estábamos acostumbrados a ver el agua aquello era mágico y la verdad es que nos hacía felices.
Hoy me he sentido bien paseando por el Casco Viejo, unas calles estrechas pero llenas de vida, no sé si buena o mala pero vida al fin y al cabo…y con eso ya me basta.
Desde una mesa sentado en el interior de un bar he escrito esto:
“Me siento en un lugar del Casco Viejo. La calle estrecha no permite que mi vista se aleje mucho más allá de las paredes que descansan a escasos metros de donde estoy.
Podía haber escogido cualquier otro sitio situado en los nuevos barrios, lugares donde el atardecer se desploma lentamente permitiendo que los ojos se acostumbren a la oscuridad que poco a poco nos va cubriendo.
Podía haberme ido a la otra parte de la ciudad. Un barrio donde los ciervos, las charcas y los cientos de pájaros que habitan en ese lugar celebran como la noche va pariendo un día nuevo. Sin embargo he escogido este estrecho lugar en la parte alta del Casco Viejo. Seguramente porque me siento más cómodo en las distancias cortas, con poca gente a mi lado.
Levanto la vista del cuaderno y veo a través de las cortinas a una chica bailando como una loca, moviendo los brazos de un lado a otro y de arriba abajo. Tengo la impresión de que es muy feliz y de que irradia felicidad a los que la rodean.
Veo una televisión encendida y una silueta sentada en el sofá. Me imagino a una persona que ya ha vivido todo lo que tenía que vivir y que ahora prefiere vivir la vida de los demás.
Veo a dos chicas paseando cogidas de la mano, se miran, sus ojos se besan. Siguen andando dispuestas a no soltarse nunca más de la mano.
En otra de las ventanas me parece ver a un chico y una chica jugando con una bola del mundo. Esa pareja está apostando fuerte por un sueño, quiere ganar…juega para ganar. El coge la mano de ella, creo que sus dedos están cruzando el Atlántico. Ojalá que tengan una buena travesía.
Veo un cuaderno en blanco que poco a poco va llenándose de letras repletas de sentimientos.”
Un saludo desde…una hermosa ciudad del norte.
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