Me levanto temprano, me asomo por la pequeña ventana del camarote y el sol, de manera súbita e impredecible invade cada pliegue de mi cara, me calienta el alma y el espíritu decaído por la añoranza revive bruscamente. Salgo a la cubierta, no queda nada de la música que la noche anterior llenaba las islas. Me fijo en el barco cercano al mío, ya no hay gente bailando, ni moviéndose de estribor a babor o de proa a popa, sólo se observa ondeando en el mástil la bandera de Chile.
Durante la mañana veo como parte de la tripulación empieza a revivir, el silencio hace que se oiga perfectamente un acento peculiar. Desde luego no sabría distinguir si argentino, uruguayo o chileno, pero la bandera ondeando hace que me incline por esta última opción.
Un buen café, la música de “La memoria de los peces” ,un Cd de Ismael Serrano con canciones memorables: “Al bando vencido”, “Vine del Norte”, “A las Madres de Mayo” ,“Recuerdo” y la bandera chilena meciéndose con libertad hacen que venga a mi memoria uno de los personajes que más admiro: Salvador Allende.
Un Presidente socialista, democrático, del pueblo, odiado por los fascistas, asesinado por los generales golpistas en colaboración con la CIA, estando al frente de la misma George Bush, padre. Que acertado es el refrán “de tal palo tal astilla”.
El día en que lo mataron, el día de la infamia, el 11 de septiembre de 1973, Salvador Allende emitió por la radio desde el Palacio de la Moneda, cinco discursos, el primero a las 07:55 y el último a las 09:10. También hay una foto que muestro en el blog, es la última fotografía que se tiene de Salvador Allende vivo, en la mano porta una metralleta regalada por Fidel Castro.
Publico el último discurso de Allende, y mientras lo leo intento imaginarme, aunque sé que es difícil, la impotencia y la rabia que debió sentir en esos momentos. Es un poco largo pero, navegantes, os aseguro que vale la pena.
" Seguramente, ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de radio Portales y radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción. Que sean ellas un castigo moral para quienes han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director general de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar!
Durante la mañana veo como parte de la tripulación empieza a revivir, el silencio hace que se oiga perfectamente un acento peculiar. Desde luego no sabría distinguir si argentino, uruguayo o chileno, pero la bandera ondeando hace que me incline por esta última opción.
Un buen café, la música de “La memoria de los peces” ,un Cd de Ismael Serrano con canciones memorables: “Al bando vencido”, “Vine del Norte”, “A las Madres de Mayo” ,“Recuerdo” y la bandera chilena meciéndose con libertad hacen que venga a mi memoria uno de los personajes que más admiro: Salvador Allende.
Un Presidente socialista, democrático, del pueblo, odiado por los fascistas, asesinado por los generales golpistas en colaboración con la CIA, estando al frente de la misma George Bush, padre. Que acertado es el refrán “de tal palo tal astilla”.
El día en que lo mataron, el día de la infamia, el 11 de septiembre de 1973, Salvador Allende emitió por la radio desde el Palacio de la Moneda, cinco discursos, el primero a las 07:55 y el último a las 09:10. También hay una foto que muestro en el blog, es la última fotografía que se tiene de Salvador Allende vivo, en la mano porta una metralleta regalada por Fidel Castro.
Publico el último discurso de Allende, y mientras lo leo intento imaginarme, aunque sé que es difícil, la impotencia y la rabia que debió sentir en esos momentos. Es un poco largo pero, navegantes, os aseguro que vale la pena.
" Seguramente, ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de radio Portales y radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción. Que sean ellas un castigo moral para quienes han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director general de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar!
Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Trabajadores de mi patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena, reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Me dirijo a ustedes, sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases que defendieron también las ventajas de una sociedad capitalista.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo los oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder.
Estaban comprometidos. La historia los juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la patria.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición."
2 comentarios:
Retornarán los libros, las canciones, que quemaron las manos asesinas.
Renacerá mi pueblo de su ruina
y pagarán su culpa los traidores.
Pablo Milanés (1974)
A ver si es verdad!!pasa el tiempo, y en demasiados lugares, incluido aquí mismo, la historia (llena de fanatismos) se repite.
una gozadita leerte
coincido plenamente contigo.
por cierto muy buena tu foto, te hice caso y fui a verla sin mis hijas, lo malo vino cuando les tuve que explicar por que no vinieron ellas a verla.
un abrazo
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