Estas navidades tampoco iré a mi pueblo… y no os imagináis como lo siento. Desde el mes de agosto que no piso la arena de mi playa, que no huelo la sal de mi mar, que no piso la cubierta de mi barco, que no siento las gotas de agua salpicando mi cara mientras la proa rompe con furia el Mediterráneo.
Alguien puede pensar que no es para tanto… y es cierto. Para alguien que no se ha criado a merced de la mar puede que no lo entienda.
Sin embargo juro que hecho de menos las noches estrelladas sentado en cubierta, hecho de menos a mi padre de pie en la proa tirando de las redes llenas de pescado mientras el sol quema su cara, hecho de menos a los viejos pescadores contando hazañas imposibles, hecho de menos sentarme en la arena de la playa vacía de turistas y contemplar el ir y venir de la espuma resbalando sobre la arena mojada, hecho de menos alzar la cometa al aire y verla volar, hecho de menos esos ojos negros capaces de enamorar a cualquier marinero errante, hecho de menos la osa mayor parpadeando sobre ese mar de estrellas, hecho de menos el viento que trae su aroma, hecho de menos las risas de mis hijas mientras la mar salpica sus cuerpos…hecho tantas cosas de menos.
Alguien puede pensar que no es para tanto… y es cierto. Para alguien que no se ha criado a merced de la mar puede que no lo entienda.
Sin embargo juro que hecho de menos las noches estrelladas sentado en cubierta, hecho de menos a mi padre de pie en la proa tirando de las redes llenas de pescado mientras el sol quema su cara, hecho de menos a los viejos pescadores contando hazañas imposibles, hecho de menos sentarme en la arena de la playa vacía de turistas y contemplar el ir y venir de la espuma resbalando sobre la arena mojada, hecho de menos alzar la cometa al aire y verla volar, hecho de menos esos ojos negros capaces de enamorar a cualquier marinero errante, hecho de menos la osa mayor parpadeando sobre ese mar de estrellas, hecho de menos el viento que trae su aroma, hecho de menos las risas de mis hijas mientras la mar salpica sus cuerpos…hecho tantas cosas de menos.
Sin embargo hay algo que compensa todas esas carencias y es cuando llega el momento de cerrar los ojos y verme de nuevo sentado en el banco de popa. El viento entra por estribor, abro la mayor y el génova, viro a sotavento y me acerco a la costa. El barco se escora y coge velocidad. Yo continúo con mis manos asiendo fuertemente el timón. La mar se pone brava, como si me retara, aunque tengo la certeza de que en el fondo me ama, de que agradece mi presencia…y llora por mi ausencia.
El año está a punto de terminar y yo sigo camino hacia Itaca. Navego con la esperanza de algún día llegar a esa mágica isla y entonces arriaré mi bandera, atracaré el barco y buscaré a Penélope; aunque tengo la certeza de que ella me estará esperando sentada en un banco del viejo puerto.
He pasado momentos jodidos e incluso a veces he llegado a plantearme la posibilidad de abandonar, de dejarlo todo. Sin embargo sé que, como dice la canción, “la vida vendrá y me besará en la boca” y entonces yo, que soy de esos tipos que suelen llorar, mis lágrimas cubrirán todas las heridas haciendo que cicatricen.
Cuando eso ocurra habré llegado a Itaca…