viernes, 30 de noviembre de 2007

FONDEADO EN LAS COLUMBRETES



Ha salido un día despejado. No queda ni rastro de las nubes que ayer tamizaban el firmamento. La mar está en calma, con un color azul intenso igual que el cielo que me cubre. La claridad del día permite ver a lo lejos las Columbretes, y hacia ellas enfilo la proa de mi barco, una vez en el lugar intentaré fondear en L´Illa Grossa ya que tiene forma de arco abierto y en el caso de que se levante un poco temporal me protegerá.


A medida que me voy acercando puedo ver los grupos de islotes de la Ferrera, la Foradada y el Carallot. Pero de todo ello lo que más me entusiasma es el faro que se encuentra en L´Illa Grossa.

Estoy entrando en la ensenada con forma de herradura, que según algunos puede ser un antiguo cráter; a babor dejo los tres islotes llamados Mascarat, Senyoreta y Mancolibre y a estribor, a unos setenta metros de altura veo la colina donde se asienta el viejo faro. En el camino observo varios barcos fondeados en medio de la ensenada, en una zona conocida como Puerto Tofiño. Veo que hay alguno igual que el mío, un Puma 37.

Una vez en el interior de la media luna entiendo por que dicen que sólo se puede permanecer dentro del puerto cuando soplan vientos de dirección SE, del S, del SO y del W. Por el contrario, si los vientos proceden del NO, N, NE y E las embarcaciones no pueden entrar y tienen que acceder a la isla por el Sur, concretamente por una zona llamada Escala de España.

He fondeado a unos quinientos metros de donde se halla un imponente velero. Tengo la impresión que es uno de los tantos que organizan cruceros e inmersiones por el Mediterraneo. Se ve movimiento de gente por la cubierta, bueno al menos, durante los días que esté en las islas no me sentiré solo, aunque sinceramente nunca me ha importado la soledad y menos cuando es una opción personal.

Como hace un esplendido día aprovecho para leer curiosidades sobre el bello faro que domina la isla. Al parecer inició su actividad hacia el 1860. En un principio se necesitaban cuatro familias para atenderlo y más tarde se llegó sólo a una. Permanecían tres meses en la isla y al cuarto descansaban. Me imagino la dureza que debió ser para esas familias la vida en el faro. No tenían contacto con el exterior, de hecho hasta 1921 no se instaló un equipo de radio y en cuanto a los suministros, estos llegaban quincenalmente a la isla desde Baleares, Valencia y Castellón, en embarcaciones cuya travesía duraba hasta 11 horas. ¡qué vida la de aquellos fareros!.


Os seguiré contando anécdotas de las islas mientras esté atracado en esta ensenada.


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