miércoles, 29 de septiembre de 2010

BON VIATGE

Navego sin rumbo definido. No figura ningún destino en mi cuaderno de bitácora. Lo único que busco es disfrutar de la soledad que proporciona el ruido del viento meciendo la mayor. A lo lejos observo algún mercante surcando la mar de manera pausada, sin prisa aunque, a diferencia de mí, el capitán de ese barco si tiene un destino y un puerto donde atracar. Imagino a la tripulación perdida entre ese amasijo de hierros inmenso moviéndose por la cubierta, sudando en la sala de máquinas y el capitán sentado en el puente oteando el horizonte.
Seguramente él también me habrá visto, o mejor dicho, habrá visto una pequeña embarcación deslizándose por encima de esa mar que a todos nos acoge, igual que una madre dispuesta a abrazar a todos sus vástagos. Quizás ese capitán también se imagine al marino que gobierna ese pequeño velero, quizás piense en el motivo que me lleva a navegar pero lo que él no sabe ni se imagina es que navego sin un rumbo predeterminado…o quizás sí. Al final lo veo alejarse llegando a confundirse con ese mundo azul que nos invade.

De nuevo solo en medio de ninguna parte, acompañado únicamente por el viento, el blanco de la vela y el roce de la mar sobre el casco de mi nave. Cierro los ojos y me dejo llevar.

“No te conozco, ni siquiera tengo la certeza de que puedas existir, a veces creo que eres producto de mi imaginación en cambio otras pienso que eres como Penélope esperando a Ulises. Lo único que sé es que sin haberte conocido te echo de menos, sin haberte tocado echo de menos los poros de tu piel es más, me pregunto a qué sabe tu piel, sin haberte olido echo de menos el aroma de tu cuerpo, sin haberte oído echo de menos tu voz… “

Me despierta la sirena de una barca de arrastre. Miro a babor y la veo pasando por mi lado. Me levanto aún adormilado. Pongo una mano en el timón y con la otra saludo a los pescadores.

- Bon viatge – gritan mientras saludan con sus brazos al aire.

- Bon viatge i que tingeu sort – respondo.

Ellos siguen el rumbo que marcan los bancos de peces, yo sigo el rumbo que marca el viento.

lunes, 20 de septiembre de 2010

GIRO INESPERADO

Sentado en la bañera de popa miro hacia atrás y veo como la bocana del puerto se va alejando. Lo único que queda es una estela blanca rompiendo la armonía de un desierto azul. La costa se va alejando igual que el sol que golpea mi cara. Empieza a soplar un levante suave, muy suave tanto que solo consigue rozar la mayor ligeramente…pero no tengo prisa por llegar a algún sitio.

Entro dentro del camarote, cojo el portátil, una cerveza y me siento de nuevo en el banco de popa. Poco a poco la única luz que queda es la que proporciona la pantalla del ordenador. Abro la carpeta de las entradas del blog y veo como la vida da giros inesperados, como de repente un cambio de viento hace que una tranquila travesía se convierta en un temporal.
La última vez que publiqué una entrada fue para despedir a una amiga; ahora publico la entrada que tenía preparada y que intentaba explicar lo que han sido mis vacaciones:

De nuevo, después de un mes y medio, me encuentro sentado delante del ordenador, con mis fotos, mis discos de jazz, mi flamenquito, mis libros de barcos, mi mapamundi cubriendo la mesa de cristal y yo…yo repasando las fotos del verano.
Primero Sevilla donde pasé una semana tremenda de calor, de hecho cuando terminaban las clases lo primero que hacíamos es ir a la piscina del hotel. Luego pasaba los apuntes al ordenador y al atardecer salíamos a picar algo…una “pringá” y una cervecita. Sin embargo es una semana que compensa, no solo por la importancia del curso sino también por poder disfrutar de esa tierra llamada Andalucía. De ella me gustan sus playas, sus olores, su gente que se abre a ti sin tapujos sin mirar de dónde eres y mucho menos a dónde vas, me maravilla la Alhambra, el color albero de la Maestranza, los pueblecitos de la costa de Almería, el color de la tierra de Jaén, el casco antiguo de Córdoba con sus paredes cubiertas de flores y sus calles llenas de recuerdos de lo que en su día fue un mundo lleno de tolerancia y respeto, los pueblos blancos de Málaga colgados en las laderas de las montañas mirando a la mar, esperando que llegue el viento que los refresque… me quedan por conocer Huelva y Cádiz. Seguro que no me defraudan. Es curioso, nací en un pueblo del Mediterráneo, vivo y trabajo en el Norte pero tengo la certeza, la absoluta certeza que algún día, cuando ya no tenga que levantarme por las mañanas para ir a trabajar navegaré hacia el sur.

Después de Sevilla y unos días de trabajo llegó Roma. Una ciudad que me atrapó y me robó el corazón, no ya por sus monumentos que son impresionantes, si no por sus miles de rincones llenos de magia, llenos de vida. Es cierto que hay muchos turistas, que en todos los sitios hay mucha gente pero hay que intentar abstraerse, mirar como si tú fueras el único que está en ese lugar observando como el agua de la Fontana de Trevi cae solo para ti, escuchando como hablan las piedras del viejo Coliseo, oliendo los miles de aromas que se mezclan en el Trastevere, viendo desde la Piazza di Spagna como el sol se hunde tras las cúpulas de las miles de iglesias que adornan el cielo de Roma… y qué decir de la voluptuosidad de la Capilla Sixtina. Me impactó. Durante el tiempo que estuve en ella intenté retener ese momento a sabiendas que sin duda será uno de los espectáculos más hermosos que verán mis ojos.
Soy consciente que me dejo cosas, pero es imposible abarcar en pocas líneas todo lo que te ofrece una ciudad como Roma. Lo único cierto es que ha igualado a mi admirado, caótico y mágico El Cairo.

De Roma fuimos a mi querido y añorado pueblo asentado sobre las orillas del Mediterráneo…pero eso será otra historia.”

Apago el portátil. Ya no queda ninguna luz a la que mis ojos tengan que acostumbrarse, ahora simplemente tengo que mirar hacia mi alma y esperar que la travesía sea larga y llena de ventura…y aventuras.

martes, 7 de septiembre de 2010

A UNA AMIGA QUE SE HA IDO

Hoy, siete de septiembre de 2010 a las 13:30 ha muerto una amiga, una excelente amiga. No sé muy bien lo que hacer, creo que quiero escribir algo, intentar sacar toda la impotencia que llevo dentro y la incomprensión por lo ocurrido aunque… ¿qué es lo que hay que comprender? Ha ocurrido y ya está, así de terrible pero es lo que hay. No tiene sentido darle más vueltas ¿para qué?

Nos conocíamos desde hace cinco años y tampoco nos veíamos a menudo, solo algunos días en Semana Santa y el mes de agosto. Se llamaba (joder, cómo cuesta emplear el pasado) Marimar, vivía (al igual que yo) en una provincia del norte de España y también (al igual que yo) pasaba parte de las vacaciones en mi pequeño pueblo de la costa catalana. Es aquí, a orillas de la mar donde nace nuestra historia en común.

Su familia y mi familia compartíamos la misma urbanización. Ellos abajo y nosotros arriba. A mediados de agosto organizábamos una fiesta en la que participaban todos los vecinos. Entre varios amigos preparábamos actividades para niños y para mayores. Era muy coqueta y calculo que tendría unos cincuenta y cinco años, pero poseía una vitalidad y unas ganas de hacer cosas tremendas. Ella y yo preparábamos el teatro para los más peques. Yo era el encargado de escribir y ella se encargaba de escoger a los “actores” y de comprar todo lo necesario para la obra. Luego, a media tarde, cuando el sol ya no calentaba, subíamos a mi terraza y ensayaban. Cierro los ojos y aún la veo sentada en una hamaca dando instrucciones. Yo la miraba con una sonrisa en los ojos porque me encantaba ver el grado de implicación y cómo disfrutaba leyendo el guión que yo le había pasado.

También participaba en la entrega de diplomas de las varias competiciones que se llevaban a cabo durante esos días (petanca para niños y para adultos, tres en raya gigante etc.). Tengo una foto de ese verano, el 2009, en la que está con un megáfono llamando a los premiados. Luego por la noche se hacía en el jardín un baile y ¿a qué no sabéis quien era la responsable de poner y escoger la música? Pues sí, también Marimar. Decía que (al igual que yo) el gen del ritmo lo había perdido en algún momento de su creación.

Qué cabrona es la vida. Su marido había conseguido superar este invierno un cáncer de garganta, habían luchado, junto con su hijo, con fuerza y con determinación y ahora llegaba agosto para descansar, para cuidar de su marido y para disfrutar de la compañía de su hijo. A los dos días de llegar ingresó en un hospital de la zona.

Durante el verano se barajó la posibilidad de suspender la fiesta de la urbanización, pero tanto su marido como su hijo dijeron que no. Sin embargo yo les dije que no podía escribir, me era totalmente imposible…la necesitaba. A los niños en lugar de teatro les preparamos unos juegos en el jardín y lo cierto es que disfrutamos y disfrutaron. Por la noche su hijo fue el encargado de “pinchar” la música…

Este verano estuve a punto de llorar un atardecer al regresar a puerto. La proa saltaba hundiéndose alocadamente en la mar provocando que mi cara se emparara…fue un momento mágico. Ahora mis lágrimas brotan con furia, igual que las gotas de la mar salpicaron mi cara aquel atardecer.

No sé si estás en algún sitio pero por si acaso…UN BESO.