viernes, 30 de mayo de 2008

ES ITACA...Y ESO BASTA 3ª Parte


Amada mía, te escribo estas líneas sin tener la certeza de si algún día llegarás a leerlas.

Hace una hora nos han comunicado que esta tarde o por la noche, a más tardar, nos encontraremos con la flota enemiga. No es la primera vez que entro en combate pero sí es la primera vez que tengo el presentimiento de que en esta ocasión será diferente.

No tengo miedo a morir pero si me da pavor el pensar que quizás no vuelva a verte, ni a sentirte, tengo miedo de que sufras por mi ausencia. Me gustaría pensar que pase lo pase tu seguirás tu camino, no quiero que seas infeliz, quiero que vivas todo lo que yo no pueda vivir. Sólo deseo que cuando pasees por esa playa, testigo de nuestro amor, mira la mar y piensa que yo estoy allí.

Si alguna lágrima brota de tus ojos no permitas que caiga en la arena, deja que se derrame sobre el agua para que llegue hasta mí.

Necesito que sepas que te amo con locura, creo que incluso a veces no soy consciente de todo lo que te amo. Estás en mi alma constantemente, mucho más de lo que puedas llegar a imaginar; perdón ¿he dicho mi alma?, me he equivocado, yo no tengo alma ni corazón porque se quedaron varados en tu espíritu.

Soy un cuerpo vacío, me miro y no me reconozco…porque no soy yo. Sin ti no soy nada más que piel, un cuerpo como otro cualquiera. Tú eres la que me da la vida y la que me la quita cuando no te tengo cerca.

Cuantas veces, de noche, cuando me tocaba de guardia en el puente y veía a lo lejos la costa, me imaginaba a ti y a mí en nuestra pequeña playa. ¿Recuerdas, amor mío, la última vez que hicimos el amor? Yo no he podido ni he querido olvidarlo.

Era verano, apenas había luna, íbamos cogidos de la mano paseando por la orilla, el agua era como una alfombra que pisábamos suavemente. Recuerdo que escribí en la arena TE AMO, luego tú, repasaste con tu dedo mis letras. Nos abrazamos y casi sin quererlo, casi sin pretenderlo, surgió ese deseo que hizo que nuestros cuerpos se despojaran de prejuicios inútiles.

Aún tengo grabada en mi retina tu imagen desnuda, tu mano agarrando mi mano invitándome a entrar en el agua. Tu pelo negro brillante cayendo sobre tus hombros, tus ojos llenos de pasión, tus pechos tersos y suaves, tanto que el mar resbalaba sobre ellos como si fueran de cristal. Mis manos temblorosas acariciándolos. Recuerdo como me abrazaste con tanta fuerza que ni el agua del mar podía cruzar nuestros cuerpos, en esos momentos pusiste tus brazos sobre mis hombros, tus piernas sobre mis caderas e hicimos el amor. Nos abandonamos al deseo de manera frenética y desenfrenada, tu cuerpo se movía como un temporal, tu lengua buscaba alocadamente cada rincón de mi boca… hasta que me extinguí dentro de ti y volviste a ser como ese levante suave que sopla en otoño y me dijiste “te amaré siempre”. Era tanto el amor que sentí en esos momentos que fui incapaz de articular palabra alguna pero ¿para qué? Estaba todo dicho.

¿Recuerdas lo que escribiste cuando salimos del agua? Yo me acuerdo perfectamente, “Pase lo que pase siempre estaremos juntos en busca de Itaca”.

Desconozco lo que sucederá dentro de unas horas, pero piensa que si no vuelvo, mi espíritu estará en ese lugar maravilloso y mágico que ambos ansiamos encontrar…y eso basta para que seas inmensamente feliz.


Al leer esa carta, supe con certeza absoluta, que tenía que encontrar a esa mujer. Ella tenía todo el derecho del mundo a saber que su amor había muerto pensando en ella.
Leí el nombre, los apellidos y la dirección. Levante la vista de esa hoja y a través de los cristales empapados de agua me prometí a mi mismo que la encontraría.

En cuanto amainara el temporal zarparía en su búsqueda.

miércoles, 28 de mayo de 2008

ES ITACA...Y ESO BASTA 2ª Parte


La tormenta llegó a la isla al mismo tiempo que yo. La travesía se me hizo larga y monótona, lo único que alimentaba mi interés era llegar pronto a puerto y abrir el bidón que contenía objetos aún desconocidos para mí.

Después de realizar todos los trámites necesarios para poder amarrar el barco, le pregunté a un marinero que andaba metiendo en una pequeña nave aparejos y cargando tablas de surf si conocía alguna pensión u hostal cerca del puerto. Tras varios días de navegación me apetecía dormir en una cama y pegarme un buen baño.

El marinero, casualidades de la vida, me dijo que su madre alquilaba habitaciones. No sólo eso, también me contó en poco tiempo casi toda su vida. Su madre se había quedado viuda, cobraba una mínima pensión, el era gay y se llevaba mal con su madre y peor aún con su difunto padre, ahora no tenía novio pero no le importaba, a pesar de la incomprensión de su madre la quería mucho, etc, etc

La verdad es que no paraba de hablar, en cualquier otra circunstancia me hubiera hecho hasta gracia su forma de expresarse. Eran frases cortas e inconexas, me recordaba a cuando mandas mensajes por el móvil. Quieres decir muchas cosas en muy poco espacio de tiempo, pero lo suficientemente claras para que la persona que lo reciba entienda perfectamente lo que has querido decir. Pero en esos momentos, con la que estaba cayendo no me apetecía nada seguir aguantando sus sms; así que a riesgo de parecer un impertinente le corte la conversación.

- lo siento, estoy muy cansado – le dije con cara de resignación, tampoco es cuestión de llevarse mal con los marineros del puerto – así que si me dices dónde está la casa de tu madre te lo agradecería.

- joder – exclamó – siempre me pasa lo mismo empiezo a hablar y no paro. Ya me lo decían en el colegio. Tenía un profesor de matemáticas que …

Le interrumpí, pero ahora sin ningún miramiento, ya había aguantado la historia de su vida actual pero lo que no iba a aguantar bajo ningún concepto es que me empezara a contar su vida desde que empezó a ir a la escuela.

- por favor – intenté, al menos, ser un poco educado – me puedes indicar dónde está la casa de tu madre.

Por fin la pregunta surtió el efecto esperado. Me señaló una casa que estaba al final del paseo marítimo. Con el petate en la espalda y el bidón en la mano me encaminé hacia donde me había indicado.

Llegué a la casa empapado. Me abrió la puerta una señora de unos setenta años, llevaba el pelo recogido en un pequeño moño, tenía la tez morena que contrataba mucho con el pelo blanco.

- ¿qué desea? – me preguntó con voz pausada – pero pase, pase que con la que está cayendo se va empapar.

Entramos en un pequeño recibidor con un gran espejo y una repisa llena de fotos. Así, a bote pronto, me pude dar cuenta que entre las seis o siete fotos que allí tenía expuestas no había ninguna de su hijo, lo cual me hizo pensar que la relación que mantenían no era excesivamente buena.

- me han dicho que alquila habitaciones – obvié decirle que fue su hijo el que me había facilitado la información. No quería ni acordarme de ese tipo.

- si, me queda una habitación libre, además tiene suerte. Esa habitación es la única que tiene una pequeña terraza y tiene unas vistas muy bonitas. Le puedo asegurar – siguió diciéndome pausadamente – que los amaneceres son muy majos visto desde ahí.

Me hizo gracia la utilización del adjetivo “majos” para describir los amaneceres.

- vale, me la quedo.

- ¿pero no quiere verla primero? – me preguntó ella extrañada – ni siquiera le he dicho el precio.

- No hace falta – le respondí – si los amaneceres son majos seguro que me encanta y por el precio no se preocupe.

Me acompañó hasta la habitación.

Al quedarme solo pude observar con detenimiento la que durante unos días, al menos hasta que pasara la tormenta, sería mi nuevo “camarote”. Era amplia pero sobria, no había nada innecesario, nada superfluo, nada que hiciera que mi atención no se centrara en un inmenso ventanal de dos puertas que daba acceso a la terraza. La vista, forzosamente, se iba hacia los cristales por los que resbalaban las gotas de agua, incluso el cabezal de la cama estaba orientado hacia ese mirador. Ahora entendía la sobriedad de la habitación, realmente no necesitaba nada más, allí, ante mis ojos, tenía todo lo que un hombre de mar necesitaba.

Me quité la ropa mojada, me duché, encendí un cigarro y me senté en el suelo, con la espalda apoyada en los pies de la cama y enfrente ese gran ventanal. Tenía el bidón delante de mí, cerré los ojos, oí rugir el mar, la lluvia golpeando de manera desacompasada contra los cristales. Con la mano derecha acaricié el recipiente que tenía delante de mí intentado, de alguna manera, captar todo lo que dentro de él se hallaba.

Al abrirlo fui sacando varios objetos, una foto antigua de un barco de guerra, un escapulario con una virgen en su interior y un sobre vacío. Al volver a introducir la mano saqué otro sobre, pero éste si tenía una carta en su interior.

Por unos momentos dudé en leer ese viejo papel, tuve la sensación de violar algo que no me pertenecía. Pero también pensé que la persona que la echo a la mar quería que el que la encontrara leyera lo que allí había si no… ¿qué sentido tenía todo aquello? Desdoble el viejo papel con cuidado, nada más leer el encabezamiento me di cuenta que era una carta de amor.


Decía lo siguiente…

domingo, 25 de mayo de 2008

ES ITACA...Y ESO BASTA 1ª Parte


La mar estaba en calma, pero a diferencia de otros días no lucía un sol esplendoroso, más bien todo lo contrario, el cielo se encontraba pintado de un gris azulón que no hacía presagiar nada bueno. Todo ocurrió muy rápido, casi sin darme cuenta, yo estaba situado en la proa, arreglando unos pernos de la botavara cuando note un golpe en la zona de estribor. Algo había chocado contra el casco. Me asomé y vi un salvavidas, atados a él con unas cuerdas se hallaban dos objetos.

He de reconocer que me sorprendió.

Durante todo el día tuve la emisora encendida y no oí ninguna señal de socorro de otra embarcación. Oteé el horizonte y tampoco se veía ningún barco, ni balsa extraviada. Extrañado, cogí un gancho y subí el salvavidas, lo coloqué en la popa, en la bañera, y observé con detenimiento y extrañeza lo que de él colgaba.

El salvavidas era de color naranja, pero al levantarlo me recordó a las piñatas que se suelen colocar en las fiestas de cumpleaños de los niños. Sobresalían dos cuerdas y de cada una de ellas un objeto.

Lo primero que busqué con detenimiento era si en ese aro naranja figuraba el nombre de la embarcación, pero no, no había nada que indicara su procedencia, además por todo lo que en él se había incrustado me dio la sensación de que llevaba bastante tiempo en la mar.

Mientras me hallaba contemplando ese curioso objeto empezó a llover de forma suave. El parte metereológico acertó, venían lluvias y se acercaba un temporal. Dejé el salvavidas en cubierta, bajé al camarote y situé un nuevo rumbo en el piloto automático. Según las cartas náuticas lo que más cerca me quedaba era la isla de Formentera, concretamente a unas quince millas náuticas. No soplaba mucho viento así que me vi obligado a navegar con el motor, quería darme prisa en llegar a la isla y poder resguardarme. Sin embargo, mientras marcaba el nuevo rumbo y miraba las cartas no pude quitarme de la cabeza el viejo salvavidas que había dejado en la bañera del barco.

Subí a buscarlo y lo metí en el camarote.

Sólo estuve un momento fuera pero me calé hasta los huesos, así que pensé que lo primero y más importante sería pegarme una ducha caliente y preparar un buen café. Menos mal que, según mis estimaciones, en poco más de una hora estaría atracado en alguno de los dos pequeños puertos deportivos de la isla.

Con el camarote invadido por el olor del café recién hecho me dispuse a observar con detenimiento aquel objeto que tan misteriosamente había llegado hasta mí.

De una de las cuerdas colgaba una vieja bandera pirata, o lo que quedaba de ella. De las tibias cruzadas sólo quedaban una parte, lo mismo ocurría con el cráneo de la calavera.

De la otra cuerda pendía un recipiente de plástico estanco de color blanco, parecidos a los que solemos llevar en los barcos para guardar objetos. Antes de abrirlo lo moví, no pesaba excesivamente, pero sí pude percibir, por el sonido, que dentro de ese bidón se hallaban varios objetos.
Me costó desenroscar la tapa negra.

Lo primero que saqué fue una bolsa de plástico cerrada, en su interior se encontraban varios papeles y fotografías. Al azar cogí un pequeño papel. Con una caligrafía perfecta pude leer lo siguiente:

(1) “No existe la arcadia feliz en ningún sitio del mundo, supongo. Pero si eres extranjero en un lugar plácido, y si tu corazón vive empapado de literatura, muchos rincones del planeta pueden parecerte una pequeña arcadia. Itaca es pobre, tendida en una abrupta geografía, sin ruinas que visitar, con vino regular y pesca escasa. Pero es Itaca y eso basta”.

Leí otras dos veces ese pequeño párrafo.

Quien quiera que fuera el que arrojó ese salvavidas al mar, seguro que también estuvo buscando su Itaca.

(1) Pág.381 del libro Corazón de Ulises escrito por Javier Reverte

lunes, 19 de mayo de 2008

INCONVENIENTES

He terminado de comer, salgo a cubierta y observo como el cielo sigue encapotado, de un gris plomizo que hace que la nostalgia se me cuele por todos mis poros, pero no me importa. Cojo la taza de café, aún humeante, y me enciendo un cigarro. Empieza a llover, entro en mi pequeño camarote… presiento que hoy será una tarde tranquila.

Me acomodo en el interior sin ganas de hacer nada, sólo de observar como las pequeñas gotas se deslizan sobre el cristal, como forman ríos ondulantes llenos de meandros. Pongo un Cd de Silvio Rodríguez, una tarde así es lo que toca, y me dejo llevar por mis pensamientos. Hoy no les pongo límite y permito que tomen el rumbo que quieran.

Siempre que escucho a Silvio, sobre todo con determinadas canciones, hace que los sentimientos, las sensaciones se desaten de forma desaforada. Quizás, o mejor dicho, seguramente con las letras de sus canciones me ocurre lo mismo que la poesía de Benedetti ¿cómo es posible utilizar tantas palabras hermosas en tan poco espacio de tiempo? ¿qué es posible que pase por la mente de un hombre para poder expresar con tanta facilidad sentimientos completamente irracionales?.

En tardes así echo de menos una buena compañía con la que compartir esas melodías, alguien a quien poder agarrar de la mano y notar como su piel se eriza de deseo, acariciarle la mejilla, dejar que mis labios reposen suavemente en sus labios, mirarle a los ojos y ver tu alma reflejada en ellos…pero la navegación en solitario tiene inconvenientes.

Los únicos ojos que veo son los míos reflejados en el cristal… y aún así logro ver mi alma.

El oír esas melodías, al igual que con los poemas, hace que me enamore más. Provocan en mi interior un torbellino difícil de explicar, pero no importa que yo no encuentre las palabras adecuadas, simplemente sé que eso está ahí y me basta con saberlo.

Hay canciones como “Ángel para un final” en la que una estrofa dice algo tan hermoso como:

“Todo empezó en la sorpresa,
en un encuentro casual,
pero la noche es traviesa
cuando se teje el azar.
Sin querer se hace una ofrenda
que pacta con el dolor
o pasa un ángel,
se hace leyenda
y se convierte en amor.”


Otra de mis canciones preferidas es “Rabo de nube”, leed con atención:

“Si me dijeran pide un deseo
preferiría un rabo de nube
un torbellino en el suelo
y una gran ira que sube.
Un barredor de tristezas,
un aguacero en venganza
que cuando escampe
parezcanuestra esperanza.”

Y qué decir de “Te amaré”:

“Te amaré, te amaré como al mundo
te amaré aunque tenga final
te amaré, te amaré en lo profundo
te amaré como tengo que amar.
Te amaré, te amaré como pueda
te amaré aunque no sea la paz
te amaré, te amaré lo que queda
te amaré cuando acabe de amar.
Te amaré, te amaré si estoy muerto
te amaré el día siguiente además
te amaré, te amaré como siento
te amaré con adiós, con jamás.
Te amaré, te amaré junto al viento
te amaré como único ser
te amaré hasta el fin de los tiempos
te amaré y después te amaré.”

Lo que tengo claro, por encima de todo y de todos, que estas canciones forman parte de mi camino hacia Itaca desde hace mucho tiempo; ahora al plasmarlas en mi cuaderno de bitácora también son vuestras, pero espero que nunca os encontréis con el inconveniente de escucharlas a solas.

martes, 13 de mayo de 2008

TATUAJE


Está anocheciendo y he encendido las luces de babor y estribor. La luz verde refleja el tatuaje que tengo en la pierna. El mar está en calma aunque sopla un ligero levante, lo suficiente para que la mayor se hinche orgullosa. No hay nada que me relaje más que sentarme en la popa del Puma y observar como el sol se va escondiendo detrás de las montañas, esos mismos montes que de pequeño veía desde mi habitación.

Es increíble ver como el cielo es capaz de componer colores imposibles de plasmar en un lienzo, como va pasando del amarillo al naranja y de éste al rojo intenso para pasar a un color azulado y luego al gris oscuro. Ni el mejor pintor sería capaz de componer una paleta de colores tan dispares. En estos mágicos momentos esas maravillosas tonalidades se reflejan limpias en el agua y en el casco blanco de mi barco. Instantes asombrosos en los que siento que mi vida no me pertenece, que no soy yo, que mi espíritu no está en mi, que soy libre, que yo mismo soy el mar.

Viro un poco a babor, enfilo la proa hacia el horizonte como queriendo seguir al astro rey que se esconde. Sigo sentado en la popa pero ahora, con la proa hacia la costa, no tengo más que concentrar todos mis sentidos en ese momento fastuoso de la puesta de sol. Cierro los ojos y aún así puedo ver como lo que hace unos instantes era una enorme bola de fuego se va aplacando hasta convertirse en un diminuto punto en el horizonte en busca de su amada luna.

Ya de noche cerrada el levante sopla con algo más de fuerza, pero no me importa sentir el viento golpeando en mi cara, la proa pica un poco y viro hacia el oeste para pillar una buena empopada que haga que mi barco se deslice sobre el agua. La mayor ahora está en su plenitud, recoge todo el viento posible, brindándome el espectáculo único de verla gozar, como una mujer enamorada esperando ser poseída por el hombre que más desea.

La mar te brinda instantes tan mágicos e irrepetibles que hacen que ya sólo el poder haber sido partícipe de un acontecimiento así haya valido la pena vivir. Pocas cosas son comparables al placer que proporciona la mar.

He tenido la inmensa suerte de disfrutar de ella desde pequeño. Recuerdo cuando antes de construirse el puerto deportivo iba con mi abuelo y mi padre a un pequeño refugio donde se sentaban a hablar los pescadores del pueblo. Muchas tardes salía del colegio e iba a ver que había pescado mi abuelo. Los fines de semana mi padre me levantaba temprano para ir a echar las redes y si hacía mala mar nos sentábamos con los otros pescadores a esperar a que la mar amainase. Embobado les oía hablar de historias, de grandes mercantes, de viajes, del Atlántico. Muchos ya eran mayores pero para mí eran como grandes capitanes. Recuerdo que me sentaba en el suelo y les observaba, su tez tostada por el sol y con mil arrugas en la cara, tatuajes mal hechos, pero tatuajes al fin y al cabo. Alguno los enseñaba orgulloso, recordando el lugar donde se lo había hecho.

Supe que algún día yo también tendría un tatuaje.

domingo, 11 de mayo de 2008

SOY COMO SOY

El viernes tuve consulta con el psicólogo, después de hablar un buen rato le pregunté “¿qué tal me ves?”, la respuesta fue “clínicamente estás mejor pero existencialmente te noto triste”.

Ahora, cuando han pasado ya unos días desde la consulta, me veo con fuerzas para escribir y para pensar, o mejor dicho, para preguntarme el motivo de esa tristeza, o quizás es que debería plantearme saber vivir con ese estado anímico. Al igual que no existe la felicidad completa y permanente tampoco existe la tristeza completa y permanente; a lo mejor debería aprender que no es malo un poco de tristeza y melancolía.

Incluso en algún momento puede ser hasta bueno sentir que tu alma se encoge, que necesitas lo que no tienes o tienes lo que en esos momentos no necesitas, incluso puede llegar a ser necesario sentirte triste para luego apreciar mejor la alegría y las ganas de vivir.

Quizás mi tristeza sea debida a que espero demasiado de la vida, quizás debería conformarme con lo que tengo o al menos apreciarlo más de lo aprecio, quizás debería ver con más frialdad lo que me rodea para darme cuenta que soy afortunado, quizás debería ser más fuerte conmigo mismo y no dejarme derrotar tan fácilmente, quizás no debería añorar tanto lo que no tengo, quizás debería quererme un poco más, quizás no debería ser tan complejo mi mundo ni yo tener tantas complejidades, quizás no debería ser tan frágil, quizás no debería permitir encariñarme tanto con la gente, quizás no debería esperar tanto de la gente, quizás…

Aún así, a pesar de todo, soy consciente de mi fragilidad, soy consciente de que me rompo con demasiada facilidad y eso hace que mi alma se desgarre por dentro, soy consciente de que espero demasiado de la vida, soy consciente de que me gusta sentirme amado, soy consciente de que me gusta sentirme deseado, soy consciente de que sólo se vive una vez, soy consciente de la dificultad de cambiar mi vida, soy consciente de que quizás no debería esperar tanto pero también soy consciente de que no puedo evitar ser como soy.


LIBERTAD DE EXPRESIÓN

En vista de recientes acontecimientos en la blogosfera, los abajo firmantes, administradores de blogs personales de habla hispana del mundo entero, queremos expresar nuestro rechazo del uso de este medio de comunicación para crear odio, para crear enemistad, para hacer daño, para difamar, para injuriar, para insultar, para engañar.Rechazamos:· La suplantación de identidad en los blogs y en Internet en general como medio para desprestigiar a una persona y sembrar la desconfianza entre sus amistades y lectores.· El uso del correo electrónico y de los blogs como medio rápido de desprestigio de las personas, haciendo circular en masa e indiscriminadamente mensajes llenos de acusaciones de las que en ningún momento se presenta prueba alguna, por la pura intención de hacer daño a alguien con quien exista una enemistad personal.· El uso de los posts y de los comentarios como instrumento impune de mentiras, insultos, calumnias y difamaciones sin el menor escrúpulo.


Apoyamos:· Un modelo de blog en el que por supuesto se defienda la justicia, pero en el que también se cultiven sobre todo la amistad y el buen tono y la cortesía entre los que participen en él de un modo u otro.· Un modelo de blog limpio de insultos, de odio y de cizaña, y en consecuencia apoyamos el derecho absoluto del administrador del blog a suprimir y a rechazar cualquier comentario que se haya dejado con la sola intención de hacerle daño o de hacer daño a terceros impunemente.· La denuncia ante las autoridades nacionales de los casos de difamación, injurias, amenazas y otros que se aprovechen del anonimato de Internet para hacer más daño con menor riesgo.Pedimos:· A nuestros lectores y amigos que reproduzcan este post en sus blogs y añadan su firma como refuerzo de un ambiente grato y pacífico en los blogs.· A las autoridades de los distintos estados que no permitan la impunidad en el uso del blog y de Internet en general como instrumento de mentiras, difamaciones ni amenazas.· A las distintas plataformas que alojan blogs en toda la red que habiliten los mecanismos necesarios para impedir en el futuro las maniobras dañinas que aquí denunciamos.Los administradores de los blogs que participamos en esta iniciativa colaboraremos en cuanto nos sea posible en el descubrimiento y en la denuncia de los casos que se presenten de los aquí mencionados, y pedimos para ello también la colaboración y la buena fe de todos.Firmado los administradores de:

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jueves, 8 de mayo de 2008

SIN IDEAS


Es curiosa la vida, nunca sabes ni adivinas, ni imaginas, que te espera después de cada recoveco. Creía que después de unos días de vacaciones regresaría a la mar con historias y leyendas…todo lo contrario, regreso cansado y sin ideas. Como si tuviera el alma encorsetada y la imaginación enjaulada en una cárcel invisible.

Lo único que me proporciona placer es cerrar los ojos y dejarme llevar, prestar atención a los sonidos, a los olores, pensar que tras esa pantalla de cristal hay un mar que me espera, un mundo por descubrir… pero me exaspera hallarme en este estado.

Realmente no hay nada que me satisfaga.

En estos momentos vivo la vida dejándome llevar, como mi pequeño barco, sin rumbo, sin oponer ningún tipo de resistencia, esperando que las corrientes y la dirección del viento nos lleve donde nos quiera llevar, sin esperar nada a cambio.

lunes, 5 de mayo de 2008

BIENVENIDA

Después de varios días atracado ya me apetecía salir de nuevo a la mar. Sentir como golpea el agua el casco de mi barco, como se desliza, como se hincha la mayor, como la proa abre surcos en tierras imaginarias.

En estos casos siempre me pregunto lo mismo ¿qué me deparará el destino? ¿hacia dónde me llevarán los vientos? ¿con quién me cruzaré en el camino?. Preguntas todas ellas sin respuestas, llenas de incógnitas. Lo único cierto es que sigo rumbo hacia Itaca.

Hoy apenas sopla viento, pero no tengo prisa, ninguna prisa. Esta tranquilidad me permite leer a Benedetti, gozar de su palabra. Entre todos los poemas he encontrado éste que me parece adecuado para el momento en que zarpo de nuevo; se titula “Bienvenida”.
Se me ocurre que vas a llegar distinta
no exactamente más linda
ni más fuerte
ni más dócil
ni más cauta
tan solo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también
quizá porque sabes
cómo te pienso y te enumero

después de todo la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes fantasmales
ni sobre las almohadas de candor
ni bajo el cielo opaco

yo nostalgio
tu nostalgias
y cómo me revienta que él nostalgie

tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
porque lo pinto en las paredes
con trazos invisibles y seguros

no olvides que tu rostro
me mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre
inapagable
ahora no tengo dudas
vas a llegar distinta y con señales
con nuevas
con hondura
con franqueza

sé que voy a quererte sin preguntas
sé que vas a quererme sin respuestas.