lunes, 31 de marzo de 2008

MIS AMORES 2ª Parte

EL SEGUNDO AMOR
Cuando me llegó el segundo amor yo ya tenía 17 años, la edad en que, al menos en mi caso, te crees que sabes todo, que controlas todo y que no necesitas a nadie y menos a los padres. Mejor dicho, sólo necesitas a tus amigos.

Creo que la gran diferencia con el primer amor es que has perdido , o eso crees, parte de la inocencia, pero sinceramente, visto con la perspectiva que proporciona la edad y por supuesto la distancia, te das cuenta que aún tienes todo un mundo por descubrir. Evidentemente ya sabes lo que es un beso, y lo que es importante, no hacer mucho el ridículo al darlo; eres consciente de lo que ocurrirá cuando otra piel se roce con la tuya, conoces las sensaciones pero todo eso no importa cuando esos impulsos se producen con la persona que amas. Lo importante no son los estímulos físicos, lo importante, lo realmente importante es lo que se produce en tu interior. Lo “material” te lo puede dar, o proporcionar cualquier persona, pero el espacio íntimo sólo puede llenarlo alguien especial.

Si cierro los ojos el recuerdo que tengo de ella, o lo primero que me viene a la cabeza es su pelo rizado de color negro azabache y sobre todo sus ojos negros, pero por encima de esos detalles físicos lo mejor que tenía, y seguro que sigue teniendo, era su corazón. Ha sido una de las mejores personas que he tenido la suerte de conocer.

Lo nuestro fue un “noviazgo” intermitente. Ella vivía en un pueblo distinto al mío al que yo sólo iba un fin de semana al mes. A diferencia de mi primer amor éste no fue un flechazo, nos fuimos enamorando poco a poco, casi sin darnos cuenta. Fue algo similar a cuando pides una infusión con una bolsita de menta y otra de frutos del bosque, están las dos pequeñas bolsas dentro de la tetera y ambas van soltando sus jugos para acabar mezclándose suavemente, como sin querer. Luego apartas las dos bolsas y queda una sola sustancia. A nosotros nos ocurrió algo parecido, empezamos a juntarnos hasta darnos cuenta que podíamos llegar a ser uno mismo.

Estuvimos, casi dos años juntos y la verdad es que tengo gratos y mágicos recuerdos. Pero en nuestra relación se interpusieron tres barreras; por un lado la “mili”, por otro lado el verano y por último la edad.

Estar en la “mili” hizo que pudiera ir menos a visitarla; pero lo que realmente truncó nuestra relación fue el verano. Imaginad un pueblo de la costa del mediterráneo, lleno de turistas (en femenino), juergas y bueno… que os voy a contar. Aquel verano fue una locura, y no especialmente por el rollo sexual (con 18 años tampoco estás para comerte el mundo, aunque tu creas que sí) pero sobre todo por las locuras que hicimos.

Siempre he dicho que he hecho cosas de las cuales no me siento orgulloso y ésta es una de ellas. Me ocurrió como cuando intentas atrapar el agua entre tus dedos y al final siempre acabas con las manos vacías. Se me fue yendo casi sin darme cuenta.

Cuando volví ya se había ido del pueblo, jamás he vuelto a saber de ella. Como decía “superflicka” en un comentario quizás esto te permita mantener el recuerdo de cómo era.

Lo curioso de todo esto es que el verano que destrozó mi segundo gran amor fue, dos años más tarde, el que trajo esa turista que se convirtió en la que ahora es mi mujer y mi tercer gran amor.

martes, 18 de marzo de 2008

MIS AMORES

En mi último post os dije que si me encontraba bien de ánimos os hablaría de mis amores. El ánimo esta alto así que lo prometido es deuda y los marinos siempre cumplimos lo que prometemos. Evidentemente en un solo post no me será posible resumir lo que he sentido por esas personas, así que pido paciencia si durante la travesía el ánimo decae.

En mi vida ha habido tres grandes amores, pero como en todo en la vida hay que empezar por el principio.

PRIMER AMOR:

Teníamos trece años. En aquella época en mi pueblo se estaba construyendo una fábrica muy grande, ello provocó que vinieran a vivir gente de otras comunidades. El primer día que la vi fue al comienzo del curso, octavo concretamente, se sentó en la primera fila de clase junto a Ana, una chica encantadora a la que, por cierto, hace tiempo que no veo. Ellas no lo sabían pero durante ese curso se convertirían en algo más que compañeras de mesa. Ana, aunque no era del pueblo, llevaba ya unos años viviendo en él. Yo, en aquella época era de los que se sentaban al final de la clase, me tocó compartir mesa con un chico nuevo venido de Barcelona, del barrio de Horta, llamado Javi. Con él descubrí que fuera de mi pueblo había vida y que cerca había un mundo, bueno y malo, por descubrir.

El profesor pasó lista y ya el nombre me pareció precioso. Ella era de Bilbao, se llamaba Itziar, a mí me pareció un nombre mágico, era la primera vez que lo oía,. Tenía el pelo liso, la raya en medio,de color castaño, los ojos de color miel, llevaba una falda de cuadros escoceses y una camisa blanca. Era guapa, muy guapa.

Hoy en día está casada y tiene dos hijos. A veces coincidimos en vacaciones. Evidentemente el tiempo pasa para todos pero sigue conservando esa elegancia y esa belleza serena que proporciona la edad.

Javi y yo hicimos una muy buena amistad, amigos de los buenos. Luego llegó un momento en que tu vida pende de un hilo; esos momentos de la adolescencia en que tienes que elegir un camino u otro. Nuestros caminos fueron totalmente divergentes, ello provocó que nos distanciáramos. Ahora tiene un hijo, pero estuvo jugando con fuego y se quemó. Lo sentí mucho por él. Estuvimos, por circunstancias ajenas a nosotros, muchos años sin vernos. El año pasado nos vimos y no hizo falta decir nada, una mirada, una sonrisa y un fuerte abrazo fue suficiente para sentir que seguíamos siendo amigos… de los buenos.

El se enamoró de Ana e Itziar, incomprensiblemente se enamoró de mí. No me lo podía de creer, cierto que no había muchos candidatos, pero yo fui el elegido. Desde ese momento los cuatro nos hicimos inseparables.

Con ella fue el primer beso, esas caras enfrentadas, casi rozándose, sin saber muy bien que hacer. Ese primer beso temeroso, con la duda de hacia donde girar la cara, ese roce que hace que todo tu cuerpo se estremezca y notes sensaciones hasta entonces desconocidas. Algo tan sencillo, y tan mágico, como el que sus dedos resbalaran sobre los míos hacía que la piel se erizara. Pero lo que más me gustaba era mirarla, poder contemplarla sólo yo. Había noches que paseábamos por la playa y era todo mágico… con la luz del sol era hermosa pero con la luz de la luna era apabullante.

Creo que tanto a ella como a mí lo que más miedo nos daba era hacer el ridículo o mejor dicho, no saber que hacer con tantas emociones brotándonos de nuestro interior.

Los sábados a la tarde, en invierno cuando hacía mal tiempo, íbamos todos los amigos, que era casi toda la clase, a casa de un amigo. Aquellas tardes las recuerdo como memorables, aquellos bailes a media luz… Ya sé que ahora, con el paso del tiempo, suena a pueril, pero en aquellos momentos, cuando estás experimentando impulsos que tu creías inexistentes, todo, absolutamente todo, te parece irreal.

Ese amor duró lo que duró el curso lectivo. Al año siguiente, como en mi pueblo aún no había instituto, teníamos que ir a la ciudad. El cambio fue brusco para todos. Ella se dio cuenta que podía aspirar a algo más que a un niño de trece años y ocurrió lo inevitable, se enamoró de otro…pero eso es otra historia, o mejor dicho, su historia.

Lo único cierto es que cuando mis hijas me preguntan “¿quién fue tu primera novia?” Siempre hablo de ella.

domingo, 16 de marzo de 2008

ESTOS DÍAS...

El jueves, día 13, en mi ciudad, o mejor dicho donde vivo, hacía un día precioso, claro, con sol, en definitiva los días que me gustan. Esos en los que cierras los ojos y notas como el calor ilumina tu cara.

Esa mañana estaba sentado en un banco de un parque muy céntrico; pero desgraciadamente el sol no calentaba mi cara, calentaba mi nuca porque tenía la mirada perdida en el suelo. Estaba llorando. Les mandé un sms a mis compañeros, y amigos, del trabajo:”cuando podáis que me llame alguien”.

Me llamó el que estaba libre en esos momentos, apenas hablé, lo más que pude hacer era gimotear, hablar entrecortadamente, entre miles de sollozos. Mi amigo me habló con tranquilidad, con pausa, ofreciéndome miles de esperanzas, en definitiva como se habla a los amigos cuando éstos están jodidos.

Al día siguiente, viernes 14, tenía consulta con el psicólogo de la empresa. Un hombre al que desde aquí aprovecho, por si algún día lee esto (cosa improbable) para darle las gracias. Una buen profesional, o al menos a mí me lo parece y eso ya me basta. El me había dicho “cuando tengas un problema o te encuentres mal, llámame”. Ese jueves, después de hablar con mi compañero, le llamé. Le dije, o al menos lo intente, lo que me estaba sucediendo y esa misma tarde me concertó una cita en el trabajo con el psiquiatra. Sinceramente me asusté, ¡que mal suena y cuantos prejuicios tenemos a la palabra psiquiatra!

Ese jueves a la tarde visité al especialista, después de explicarle (lo mejor que pude) y de responder a miles de preguntas el diagnóstico fue “SÍNDROME DEL QUEMADO”. Llevo en mi empresa 18 años, durante ese tiempo he pasado momentos de máxima tensión, situaciones críticas, por todo ello se supone (eso dice) que soy psicológicamente fuerte. Pero lo que no se da cuenta es que el trabajo son unas horas, por muy mal que lo pase tengo, y debo, la facilidad de desconectar y volver a mi vida, a mi casa, a mi familia…en definitiva, a la normalidad. El psiquiatra no comprende que mi tensión, mi situación crítica ahora dura muchas más horas que las del trabajo. Solución, unas pastillas que debo llevar en el bolsillo por si me vuelve a dar otro ataque de pánico. Sin embargo el psiquiatra me avisa, las pastillas no son la solución al problema, evitará el ataque, pero no el problema.

Viernes, 14, visita al psicólogo de la empresa, más preguntas, más de lo mismo. Pero lo que más me impactó de ese día fue la disparidad de opiniones de la gente de mi empresa. Cuando llegué al centro médico me dijeron que andaba con retraso, para no esperarme en la salita, me fui a saludar a los compañeros, pero casualidad coincidió con la hora de la cafetería. El ataque de pánico me dio en el trabajo con lo cual todo el mundo sabía lo que me había sucedido. La gente vino a saludarme, a preguntarme qué tal estaba, a todos respondí lo mismo “poco a poco, ahora tengo consulta con el psicólogo”.

Ahora es cuando surge la controversia, unos me dijeron “¡qué valiente!, yo no hubiera dicho nada”, “¿cómo se te ocurre ir a la cafetería?, te va a ver todo el mundo” y yo me pregunto ¿y qué?, no tengo nada de que avergonzarme, “ayer estuve con el psiquiatra y ahora tengo visita con el psicólogo” no lo dije orgulloso pero tampoco tengo ningún motivo para esconder nada. Cuando entré en la zona de la cafetería noté como la gente me miraba pero también mucha, mucha gente se me acercó para darme la mano y decirme “eh, tío aquí estoy para lo que quieras”. Así que pese a quien le pese seguiré sin ocultar nada, yo voy de cara, al que le guste bien y al que no me importa un comino (mejor dicho un huevo) lo que piense.

Hoy, día 16, ha sido un buen día, un muy buen día. De hecho hacía tiempo que no me reía tanto y disfrutaba tanto.

Ahora, son los 11:30 horas de la noche, estoy tomando un café (luego dormiré igual gracias a la pastilla), me fumo un cigarro y de fondo suena la canción de Serrat “Paraules d´amor”, cantada por éste y por Sabina.

Hago un inciso y aviso para el próximo post. Al oír esta canción (está cantada en catalán y quizá alguno no sepa la traducción pero la letra es preciosa), como os decía en mi próximo post os hablaré de mis amores...si me encuentro con fuerzas. Espero que sí.

miércoles, 12 de marzo de 2008

SIN EUFEMISMOS


No hace falta deciros que cuando hablo de “los correos que recibo de mi amigo, el que está jodido”, ese “amigo” realmente soy yo. El utilizar una tercera persona era, simplemente, por darle un contexto a la historia; pero ahora no hay historia que valga. Ahora lo único que cuenta es la dura, y puta, realidad.

Al escribir estas líneas no pido compasión, ni lástima, en realidad no pido nada. Lo que escribo es realmente para decir que la vida no es justa, todo el mundo me dice”que bien tratas a tu suegra”, “eres un yerno ejemplar”, “con lo mal que lo ha pasado en esta vida en cambio ahora es feliz con vosotros” y más frases y palabras que en el fondo me dan igual. Todo el mundo piensa en ella, pero, sin tener ninguna culpa, soy consciente de la enfermedad que sufre, me ha jodido la vida.

Ahora mismo me gustaría estar a mil kilómetros de aquí, ver cosas que nunca he visto, me gustaría estar en mi pequeño pueblo sentando en la arena contemplando el mar embravecido, me gustaría ver alzarse mis cometas en el cielo, ver como juegan en el aire, como se confunden con los pájaros, me gustaría estar en muchos sitios en los que por las circunstancias de la vida no puedo estar. Me gustaría huir.

Me cabreo conmigo mismo porque he cambiado, porque a veces no me reconozco. El otro día me enfadé con mi hija pequeña, con mi pequeña princesita María porque se le había olvidado un libro en el colegio y no pudo hacer los deberes. Me enfadé tanto que hasta Laia, mi hija mayor, me tuvo que decir “venga papi que no pasa nada” y tenía razón. No pasa nada, fue a casa de una amiga, hizo los deberes y problema solucionado; pero yo perdí los papeles. Eso me cabrea profundamente, hace que me odie como padre ¡qué ejemplo estoy dando a mis hijas!.

Esta mañana mismo he ido a hacer unas compras y me marchaba sin pagar, ¡que vergüenza!, me he puesto rojo como un tomate, pero no es eso lo que me preocupa, lo que me desconcierta es el hecho de estar en otro mundo. De camino hacia casa me he cruzado con gente, algunos se les veía felices, otros no, algunos iban agarrados de la mano, otros solos pero yo sólo veía cuerpos. Había una mujer pidiendo limosna, sentada en la acera y he pasado de largo, como si no me importara. He actuado con una prepotencia que no es digna de mí.

Ya ni siquiera la poesía de Benedetti me reconforta ni me trae la paz que otras veces me aportaba. Escribir, sacar toda la mierda que hay dentro de mí, es lo único que me reconforta un poco.

Los amigos me dicen “tranquilo, vendrán tiempos mejores”, eso espero pero mientras van pasando los días, va pasando la vida, van pasando oportunidades. No tengo veinte años, no tengo toda la vida por delante. Con veinte años te comes el mundo, ahora el mundo me está comiendo a mí.

lunes, 10 de marzo de 2008

MI UNICORNIO AZUL

Después del temporal, después de pasar miedo, después de que la adrenalina se esparza por todos tus órganos vitales, después de un buen café, después de una buena ducha con agua muy caliente… mi cuerpo volvió a su estado natural, es decir, a sentirse vivo y con ganas de continuar las andanzas que en esos momentos se encontraban atracadas en el pantalán del puerto de Jávea.

Asomé la cabeza por la cubierta y soplaba un fuerte viento pero al menos había dejado de llover, aunque el cielo seguía encapotado. Observé a mi vecino, el del barco llamado “Ninfa”, sentado en la bañera se su embarcación; aguantando estoicamente las rachas de viento. Sinceramente, al verle tuve la sensación que se encontraba en el interior de una burbuja de cristal, como si nada ni nadie fuera capaz de importunarle en sus pensamientos. De hecho no le dije nada, dicen que a hablar se aprende en dos años pero que aprender a callar se tarda unos sesenta, así que haciendo caso a esta máxima opté por no entrometerme en su silencio.

Era un tipo joven, tendría poco más de treinta años, llevaba barba de varios días, media melena, unos vaqueros, un jersey de cuello alto y mis zapatillas preferidas unas Converse. Su estilo de vestir me recordaba mucho a mí. Ligeramente desaliñado, informal pero… buscando expresamente ese desaliño, aunque lo importante es que la gente no se de cuenta que ha sido provocado. Coincidíamos en dos cosas, en los vaqueros y en las zapatillas. Por lo demás nada de nada, yo llevo el pelo cortado al 1, llevo gafas y desde hace muchos años perilla, tantos que creo que ya forma parte de mi cara.

Al verme asomado en la cubierta me preguntó si tenía algo de café, al parecer se le había terminado durante la travesía. Le di un tarro y me invitó a pasar a su barco.

- me llamo Lucas – me dijo apretándome la mano.
- Xavi – le respondí yo.

Su camarote era algo más grande que el mío, pero esa no era la única diferencia, las pequeñas estanterías estaban repletas de fotografías de una mujer.

Mientras estaba preparando la cafetera pude observarle con más detenimiento tuve la certeza de que ambos teníamos un objetivo común: los dos navegábamos por algún motivo. Estaba seguro que ni él ni yo nos encontrábamos pasando unas agradables vacaciones navegando.

Al girarse debió de ver en mi cara la sorpresa que me producía ver tantas fotos de la misma mujer; sin yo pedirle explicaciones me dijo:

- Se llama Yolanda. Cuando nos separamos me dio mi parte del piso, dejé el trabajo y me propuse cumplir mi sueño…navegar. Pero sabes – continuó diciéndome – hubiera preferido no ver realizado mi sueño a cambio de estar con ella. Ha pasado un año y la sigo recordando casi cada día… y casi cada momento. Ella – continuó diciéndome – se enamoró de otro.

Le dio un sorbo al café, posó la taza, sacó de su bolsillo un papel de fumar y de una pequeña bolsa extrajo unas hojas secas. No hacía falta ser muy inteligente para darse cuenta que era marihuana.

- ¿te importa? – me preguntó.

- En absoluto, yo hace muchísimos años que ya no fumo. Ahora sólo consumo tabaco, de ese que pone en las cajetillas “Fumar perjudica seriamente su salud”, pero…adelante, además estamos en tu barco.

- Ya ves, el azar es caprichoso – me dijo mientras continuaba liándose el cigarro de “maría” – cambió de trabajo, encima yo la animé para que lo hiciera y allí conoció a otro hombre. ¡cuántas veces me arrepiento de haberla empujado a ese trabajo! La hecho tanto de menos…su forma de mirarme, su forma de abrazarse a mí después de hacer el amor, hecho de menos su piel mojada al salir de la ducha, hecho de menos su olor. En definitiva hecho de menos todo de ella.

Me estuvo hablando pero como si yo no estuviera, como si hablara solo.

- Y tú ¿Qué buscas? o ¿ de qué huyes? – me preguntó.

- No, no huyo de nada. Yo más que huir lo que hago, o intento al menos, es buscar mi lugar en el mundo. Quizás, como en la canción de Silvio lo que intento es encontrar mi unicornio azul. Un destino escondido detrás de un temporal o escondido en un lugar recóndito del mar o en la cara oculta de la luna o quién sabe dónde.

jueves, 6 de marzo de 2008

DE NUEVO EN LA MAR


Me pase parte de la noche preparando el barco, quería zarpar a primera hora. Según el parte metereológico las condiciones serían favorables para la navegación. Al salir por la bocana del puerto he sentido cierta melancolía, de hecho mientras he estado atracado han sucedido tantos hechos, he conocido gente tan importante en mi camino hacia Itaca que sin duda han dejado una pequeña muesca en mi corazón.

Al salir del puerto icé la mayor y me puse a través. Las olas no eran excesivamente fuertes, pero sí lo suficientes como para que el barco pareciera un pequeño balancín. Se elevaba, como si quisiera despegar, para luego hundir la proa en el fondo de la ola. Llevaba el impermeable nuevo que me compré y debajo el jersey de lana de cuello alto. Dicen que la lana es lo mejor que puedes llevar, aunque se moje consigue conservar el calor.

Pero en el mar, como en la vida, los cambios son impredecibles y justo cuando llevaba aproximadamente una hora de navegación el tiempo empezó a cambiar. El cielo se puso negro, como si quisiera comerse el mundo. Los partes no habían previsto esa tormenta. El viento giró de Noroeste de fuerza cuatro a Este de fuerza 7, de hecho llegó a soplar entre 28 y 33 nudos y me daba la preocupante impresión de que el temporal no iba a amainar. Desgraciadamente acerté; la cosa se complicó. Tuve que reducir la superficie de velas, llevaba demasiado trapo para el viento que soplaba, era la única maniobra posible si quería mantener la estabilidad del barco. Me acordé de un consejo que me dio un sabio marino: “ navegar a demasiada velocidad puede resultar peligroso con mucho oleaje”. Hice caso y utilicé una ancla flotante que guardo para momentos así. El consejo surtió efecto.

El agua consiguió engañar a mi “maravilloso” impermeable y entraba, cada vez que un golpe de mar cubría la bañera, por lugares que yo creía herméticos.

Por un momento se me pasó por la cabeza acercarme a la costa, pero se encontraba a sotavento, tuve que desechar esa idea; era sumamente peligroso. Según el GPS, me encontraba a seis millas náuticas del Cabo de San Antonio y al lado se encontraba el puerto marítimo de Jávea. Ese era el punto ideal, tenía que ganar suficiente barlovento para permitirme maniobrar con cierta tranquilidad y cuantas veces fuera necesario.

Cuatro horas después de zarpar, entraba en el puerto de Jávea.

Justo cuando estaba amarrando el barco vi entrar a otro barco por la bocana del puerto.
El barco que atracó a mi lado echo las defensas, se quedaron pegadas al pantalán, evitando de esta manera que el casco golpeara con el hormigón. Me fijé en la matrícula del barco, llevaba pintadas las letras “SS”, con lo cual estaba claro que era de San Sebastián, pero lo que más me llamó la atención era el nombre de la embarcación: “NINFA”. Realmente un nombre curioso para un velero, a lo mejor – pensé – tiene una ninfa escondida en el camarote.

Los dos estábamos empapados, pero no era en lo único que coincidíamos, seguramente a él le apetecería tanto como a mí, terminar de atar los aparejos y darnos una ducha de agua bien caliente.

- ¡vaya temporal! – me dijo, mientras se pasaba la mano por la cara, intentando quitarse los restos de agua salada.

- si, la verdad es que la cosa se ha puesto complicada – respondí – menos mal que teníamos el puerto cerca, de lo contrario la cosa se hubiera podido poner peor. De todas maneras, si no te importa – le dije, a riesgo de parecer maleducado – luego continuamos hablando; estoy calado hasta los huesos y me apetece una ducha caliente y ropa seca.

Nos despedimos con un “hasta luego”. Entré en el camarote, estaba aterido de frío, aún así me dio tiempo a preparar una cafetera y a poner un Cd de “Revólver”, hay una canción que me gusta especialmente, se titula “Faro de Lisboa”, como siempre impresionante la letra.

Hubo un momento en que el pequeño camarote era un cúmulo de sensaciones, olores y ruidos. Por un lado, el sonido de la música se confundía con las gotas de agua caliente golpeando mi cuerpo, resbalando por cada poro de mi piel, proporcionándome, igual que la letra de la canción, el calor necesario para seguir dándome cuenta que estoy vivo; por otro lado el aroma del café recién hecho se mezclaba con el olor a sal; el vapor de la cafetera se difuminaba entre el vapor que salía de la ducha. Curiosamente, en ese preciso momento se produjo una mezcolanza de sensaciones agradables.


martes, 4 de marzo de 2008

CUMPLIENDO CON LO PROMETIDO

Hoy no he podido zarpar, hace un tiempo de mil demonios. Mientras estaba leyendo el libro que me compré de Murakami he recibido un nuevo correo de mi amigo. Parece que se tomo en serio cuando le dije que me escribiera las veces que hiciera falta. Esto es lo que me dice:

“Hoy es un día perfecto para la nostalgia. Está sonando el Cd de Sabina y Serrat, el cielo está gris y está nevando. Levanto la vista del ordenador y veo como los copos caen placidamente al suelo, derritiéndose, esparciéndose sobre el asfalto placidamente.

La mesa sobre la que escribo está apoyada sobre dos caballetes de madera oscura. Encima de los caballetes hay dos cristales y en medio de ellos hay un mapamundi. El ordenador tapa bastante de África, ¡que pobre! hasta mi ordenador aprisiona a este maravilloso continente (pero que conste que no es de forma voluntaria) y algo del sur de Europa; queda libre, por fin, el continente americano y la enigmática Asia.
Encima de la mesa hay una balda con libros y mi colección Cd´s de Jazz. Realmente no sé el motivo por el cual describo mi pequeño rincón, será para que te hagas una idea. Si te apetece te mandaré una foto, de esta manera podrás conocer mejor mi pequeño mundo.

Esta mañana he estado en el médico, hemos hablado bastante rato, la verdad es que tengo la certeza de que es una gran profesional. Al menos me ha entendido y sobre todo me ha escuchado. Me ha recetado unas pastillas, dice que me vendrán bien. Ya sé que hay otros métodos, una buena amiga ha optado por métodos más naturales. No sé, igual más adelante me planteo otras salidas, de momento me he comprado un libro sobre mandalas (me han dicho que me vendrá bien). Un conocido me ha comentado que en internet hay un panal con dos abejitas, al parecer deben saber bastante de estos temas.

Me ha preguntado cuales son mis aficiones, le he respondido que escribir, leer, pasear, ir a correr, hacer el amor, es broma, no le he dicho eso (vaya me he hecho sonreír, un punto a mi favor). Después de responderle me ha dicho “te voy a poner unos deberes. Todos los días vas a intentar escribir, pasear, en fin, distraerte. Aunque te cueste vas a tener que hacerlo”. Se lo he prometido y soy un hombre de palabra; así que aquí me tienes dándote el coñazo.

Ahora en serio, hay momentos en que cierro los ojos e intento averiguar o ver que ocurre dentro de mí, pero es como querer ver la cara oculta de la luna. Esa parte del planeta que sabes que esta ahí pero nunca ves.

Gracias por tu paciencia y un abrazo desde un rincón nevado.”
Si me lo permitís os pediría un pequeño favor. Soy consciente de que mis post no tienen por que tener un comentario, pero para mí en estos momentos es importante saber que os tengo al otro lado. Me conformo con un "hola ¿qué tal estás?".
GRACIAS

lunes, 3 de marzo de 2008

CARTA DE UN AMIGO

Mañana, si el tiempo continúa así, zarparé de nuevo. Llevo varios días amarrado a puerto y tanto mi cuerpo como mi espíritu necesitan la libertad que proporciona la mar. Sin embargo hoy es un día un poco complicado; acabo de recibir un correo electrónico de un buen amigo, me dice que el otro día le entró una crisis de ansiedad y que el psicólogo le ha diagnosticado un principio de depresión. Al parecer todo es debido a su situación familiar.

Mi amigo y yo hemos pasado buenos momentos. A veces, como todos los buenos amigos, hemos tenido nuestras broncas y discusiones, pero al final una buena cerveza conseguía arreglar esos pequeños malentendidos.

Cuando leía el correo no me lo podía creer. Mi amigo, por el trabajo que tiene, está acostumbrado a la presión, a pasar miedo, a situaciones difíciles. Tiene fama de ser un tipo duro, muy duro. De los que nunca dan un paso atrás, pero en el fondo, yo que le conozco sé que todo es fachada. Una vez me dijo “si la gente ve el más mínimo signo de debilidad en ti te harán daño”. Creo que tiene razón y a veces aparentamos lo que no somos, pero sólo para protegernos. Aunque no lo parezca es muy vergonzoso, enseguida se pone rojo, aunque sabe evitarlo cuando está con más gente. Ha aprendido a controlar esos “pequeños” detalles. De hecho la gente, la primera vez que lo ve piensa “este tipo se come el mundo”, pero yo, que lo conozco bien, se que como mucho se puede comer el mundo pero a cachitos pequeños.

Ahora me dice que se siente vulnerable. Me contaba que esta mañana ha salido a pasear y que incluso tenía miedo de las frágiles gotas de lluvia que le resbalaban en la cara. Me dice que ahora llora con facilidad, aunque yo sé que siempre ha sido un poco llorón. Cuantas veces hemos ido al cine juntos y me hacía el despistado cuando veía que se apartaba las lágrimas. Yo miraba hacia otro lado para no incomodarle. Tiene fama de extrovertido, de hablar con todo el mundo; de hecho donde va enseguida hace amigos, se integra en el grupo como si hubiera estado toda la vida trabajando en él.

Sin embargo tiene un pequeño mundo escondido, donde es difícil, muy difícil entrar. Muchas veces ni yo mismo, que sin duda soy su mejor amigo, puedo penetrar en él.

Seguramente estos días os hablaré más de él. Le he dicho que me llame cuando quiera, que para eso estamos los amigos.

He puesto una canción de uno de sus cantantes favoritos. Como siempre ocurre con Revólver la letra de la canción lo dice todo. Escucharla con atención. Espero que os guste a vosotros y mi amigo.

Un abrazo navegantes.

sábado, 1 de marzo de 2008

MI BARCO SE HUNDE...DE MOMENTO

Permitidme que os llame AMIGOS, aunque no os conozca más que por vuestras palabras y por vuestra música, pero como ya formáis parte mí mundo me tomo la libertad de llamaros amigos.

Algunos ya sabéis, lo conté en otro post, que mi vida la comparto, desde el mes de septiembre, con una persona enferma de alzheimer en grado máximo, os digo esto porque ayer en el trabajo sufrí una crisis de ansiedad, ya veis, yo que pensaba que era fuerte y que podía con todo al final me he derrumbado. Los médicos me inyectaron algo, la verdad no me acuerdo que era, pero me dejó hecho polvo, luego estuve con el psicólogo del trabajo y me han diagnosticado un principio de depresión.

Según me dijo el médico he estado sometido a mucha presión, e intentado hacerme el fuerte para que mi mujer no sufriera, para que la vida de mis hijas no se viera afectada, he estado tirando del carro todo lo que he podido hasta que la válvula de escape se ha hecho añicos.

Por la noche, cuando escribía o leía vuestros post, era el único momento en el que mi mente se relajaba. Ahora no sé que va a pasar.

Os digo esto por que a partir de ahora quizás tarde más en publicar, intentaré que no. Intentaré con todas mis fuerzas publicar historias que os hagan disfrutar. Disculpadme si no es así.
Un abrazo a todos