miércoles, 30 de enero de 2008

A TIENTAS


Está noche, después de cenar he salido a cubierta, el cielo está encapotado y lo único que se divisa son las luces de un gran mercante a lo lejos, es grande, o al menos me lo parece, pero no se oye ningún ruido. Desde la lejanía, parece que vaya a tientas, como mi barco.

Abro el libro de poemas de Benedetti y ecuentro, casualidad una poesía que se titula "A TIENTAS".

"Se retrocede con seguridad
pero se avanza a tientas
uno adelanta manos como un ciego
ciego imprudente por añadidura
pero lo absurdo es que no es ciego
y distingue el relámpago la lluvia
los rostros insepultos la ceniza
la sonrisa del necio las afrentas
un barrunto de pena en el espejo
la baranda oxidada con sus pájaros
la opaca incertidumbre de los otros
enfrentada a la propia incertidumbre
se avanza a tientas / lentamente
por lo común a contramano
de los convictos y confesos
en búsqueda tal vez
de amores residuales
que sirvan de consuelo y recompensa
o iluminen un pozo de nostalgias
se avanza a tientas / vacilante
no importan la distancia ni el horario
ni que el futuro sea una vislumbre
o una pasión deshabitada
a tientas hasta que una noche
se queda uno sin cómplices ni tacto
y a ciegas otra vez y para siempre
se introduce en un túnel o destino
que no se sabe dónde acaba. "

Llevo tiempo sin ver tierra, creo que mañana viraré hacia la costa levantina, luego proseguiré mi camino hacia el sur. Me apetecería llegar hasta el estrecho y así poder estar cerca de dos mundos, pero bueno, eso es otra historia.

Os dejo el poema de Benedetti, espero que os guste.

martes, 29 de enero de 2008

ES LA HORA DE...

Ya ha caído la noche, la hora mágica, la hora en que los sueños se acercan a mí, la hora en que me traspasan, la hora en que cierro los ojos y recuerdo, la hora en que me apetecería estar acompañado, la hora en la que estoy solo en mi camarote.

Es la hora de Benedetti, la hora de relajarme, la hora de desear y no desear, la hora de recapacitar, la hora de preguntarme qué he hecho bien y qué he hecho mal, la hora de evadirme, la hora de seguir navegando, la hora del silencio, la hora de oír mis fantasmas, la hora de escribir, la hora de leer, la hora de amar, la hora de escuchar que dice el corazón, la hora de acariciar, la hora de contar un cuento, la hora de mirar la luna por si me dice algo, la hora de ver la Osa Polar, la hora de mirar al infinito y no ver nada, sólo mar, la hora de pensar dónde estará Itaca, la hora de crear o al menos intentarlo, la hora de imaginar cómo será aquello que imagino, la hora de la utopía, la hora de creer que mañana será posible un mundo mejor, la hora de creer en mí y la hora de dudar de mí.

Es la hora de dudar si sigo el rumbo correcto, dudar si el viento me lleva donde yo quiero llegar, dudar si mis sueños se harán realidad o siempre serán fantasía, dudar si existe la utopía o sólo existe la utopía en mi mente, dudar de mi fuerza para controlar mi barco, dudar de todo y dudar de nada, dudar de lo absoluto, dudar si soy un buen padre y un buen amigo de mis amigos, dudar de tantas cosas.

La soledad de la noche, el silencio de la noche te permite refugiarte en ti mismo con la tranquilidad de no ser molestado por ningún golpe de mar. La noche me proporciona la calma necesaria para encontrarme de nuevo e imaginarme cómo será Itaca.

Mientras escribo escucho a Carmen Mcrae, es la única voz que rompe el silencio de la noche, pero no me importa, esa voz me acaricia el alma y me reconforta.

domingo, 27 de enero de 2008

CUENTO SIN TITULO

Mientras navego sin rumbo fijo, sólo con la certeza de llegar un día a Itaca, escribo este cuento. Espero que os guste.

“Hace años, muchos años, en una aldea perdida en medio de un bosque, vivían varias familias. Todos compartían todo, compartían las tierras, los animales, los alimentos, compartían incluso las penas y las alegrías. Siempre había sido así y nadie se planteó jamás que las cosas podían ser de otra manera.

Cada día, los ancianos se reunían con los más jóvenes y les inculcaban que compartir era uno de los verbos más importantes, les enseñaban que mientras compartiesen todo con todos no existirían las diferencias y eso les haría estar unidos frente a las adversidades.

Una noche llego una familia a la aldea. Una familia compuesta por el matrimonio y dos hijos pequeños. Se instalaron en una cabaña abandonada. Al día siguiente cuando los habitantes de la aldea vieron salir humo de la cabaña se acercaron a ver que sucedía. Observaron a un hombre arando una pequeña parcela situada tras el cobertizo.

Le saludaron, contentos por que a partir de ahora serían uno más con quien compartir los frutos de la tierra y los animales que seguro traía.

- Deja que te ayudemos. Arando entre todos acabarás antes y antes podrás sembrar y recoger los frutos. No te preocupes porque ahora no obtengas ganancias de la tierra – siguió diciendo el más anciano – puedes compartir con nosotros los alimentos.

El hombre no dejó de arar, ni siquiera levantó la vista. Continuó trabajando la tierra.

Los demás se fueron a buscar sus azadas y cuando volvieron se colocaron al lado del hombre y empezaron a arar. El nuevo habitante de la aldea se incorporó y dijo:

- Siempre he trabajado solo y solo seguiré trabajando. Yo no comparto nada. No necesito vuestra ayuda.

- Estás equivocado – dijo el anciano de forma pausada – todos nos necesitamos. Quizás ahora creas que no, pero te aseguro que la experiencia nos ha enseñado que compartir nos hace fuertes. Esta es una tierra pobre – continuó diciendo - y no da muchos frutos, si cada uno se comiera lo suyo pasaríamos hambre, pero si todos nos esforzamos, si todos tiramos de la cuerda con fuerza, en una misma dirección, la madre tierra sabrá recompensarnos.

El hombre empuñó la azada, miro a los hombres que allí estaban.

- Déjame viejo loco. No te das cuenta que el hombre no está preparado para compartir. Si repartes lo que tienes te debilitas y llegaría un momento en que todos los hombres seríamos iguales y yo quiero ser el más fuerte. Siempre he sido fuerte y por eso la gente me ha respetado.

En esos momentos, se oyó el llanto de un bebe. Los lloros provenían del interior de la cabaña. De dentro salió una mujer con un recién nacido en los brazos. Los hombres se callaron.

Una de las mujeres de la aldea se acercó al lugar.

- ¿qué le pasa? – preguntó.

- Mis pechos han dejado de dar leche y no puedo alimentar a mi hijo.

La aldeana alargó su mano y acarició la cabeza del pequeño.

- Yo acabo de parir y todavía tengo leche en mis pechos, si quieres puedo alimentar a tu hijo.

Ambas mujeres entraron en la cabaña, el llanto del bebé cesó.

- Ves – dijo el anciano al hombre del arado – tu hijo será fuerte, pero no el más fuerte. Hay que enseñar a los niños que les hará mucho más felices el compartir que el poseer. Compartir es dar, poseer es retener y para que poseer si no quieres dar. En esta vida – prosiguió el anciano – no te respetarán por lo que tengas si no por lo que das sin pedir nada a cambio.”

miércoles, 23 de enero de 2008

MI VIDA ES UN TEMPORAL

La mar está en calma, pero mi vida, en estos momentos, es un temporal. Ya no sé si sopla levante, mistral, poniente..., lo único que tengo claro es que mis manos deben agarrar fuerte el timón. Ahora más que nunca debo comportarme como un verdadero capitán de barco.
Sin más preámbulos, en este post, que por cierto presente a un concurso literario de relatos cortos en el cual el tema era "cuidadores de enfermos de alzheimer u otras demencias" ( hasta febrero no se reune el jurado, aunque tampoco creo que tenga muchas posibilidades), como os decía en este post reflejo un poco lo que es mi vida.
Espero que os guste, al menos está escrito, como todo, desde el corazón.
He estado un tiempo planteándome sobre qué podía versar el relato, ideas, esquemas, tachar, otro folio en blanco, empezar de nuevo, reescribir, volver a tachar…y a pesar de todo no encontraba algo importante, o en todo caso, una historia que fuera algo más que un relato de ficción. No me daba cuenta que la historia la tenía delante de mí, en mi familia, en mi casa, en los que me rodean.

Me gustaría ser capaz de expresar con claridad como una familia compuesta por cuatro personas de diferentes edades, son capaces de experimentar sentimientos diversos ante una misma enfermedad, el alzheimer. Una dolencia que consigue romper, o al menos lo intenta, los cimientos sobre el que reposa la estructura de un clan familiar habituado a una vida más o menos tranquila, para algunos puede que incluso monótona, pero, al fin y al cabo, mi vida, nuestra vida.

Mi familia está compuesta por cuatro miembros, ahora cinco, de diferentes edades, y quizás sea éste concepto, la edad, el que hace que cada uno de nosotros tenga una actitud distinta ante el enfermo. Pero los años no sólo influyen en la manera de percibir esa dolencia, sino que también influye en la forma de ver a la persona enferma, de hecho mis hijas no recuerdan a su abuela de otra manera que no sea como es ahora.

La pequeña, María, de ocho años, está encantada con que su abuela viva en casa. El único cambio importante que ha percibido hace referencia al espacio físico, ahora comparte habitación con Laia, su hermana mayor. Sin embargo, con ese cambio ha ganado dos cosas: la primera, compartir sueños, y a veces pesadillas, con su hermana y la segunda, es que ahora tiene una nueva amiga de setenta y cinco años con la que jugar. Una amiga que la mima, la protege y que sobre todo, la quiere.

De hecho, los únicos nombres que su abuela jamás olvida son el de su hija y el de su nieta pequeña. Pero como ocurre con todas las amigas, también discuten e incluso hay momentos en que se enfadan, aunque se perdonan tan rápido que desde fuera parece que nada hubiera ocurrido. A María no le importa que su abuela le pregunte repetida e incansablemente “¿hoy has comido en el colegio?” “¿qué has comido hoy?”, ella al principio responde la verdad pero luego, como si de un nuevo día se tratara, se inventa miles de platos. Su abuela se ríe ante esas combinaciones gastronómicas imposibles.

Nos gusta ver como todas las noches, María coge con ternura la mano de su abuela y la acompaña a la habitación. Allí espera, paciente, a que su gran amiga se meta en la cama y vayamos todos a darle el beso de buenas noches. En esos momentos ocurre algo curioso, ella, acurrucada dentro de su cama, levanta un poco la cabeza y le dice a su hija “Begoña te quiero”.

Laia, mi otra hija, tiene doce años y quizás por la edad y también por su forma de ser, vive esta nueva situación con intensidad… con desasosiego. Ella si entiende que su abuela está enferma e incluso entiende que repita las mismas preguntas y las mismas frases de manera incansable, pero el hecho de que lo entienda no significa que le sea fácil aceptarlo.
Sin embargo, ha habido un hecho que ha cambiado de manera importante su forma de enfrentarse a esta situación, se ha dado cuenta que no es la única niña que comparte su vida con una abuela enferma de alzheimer. Es consciente que ahora debe aprovechar cada minuto que pasa por que sabe que su abuela irá perdiendo memoria, que cada vez se va a reír menos, que llegará un momento en que ya no le preguntará nada ni nada responderá…pero no es fácil, es una niña. Tanto su madre como yo intentamos hacerle entender que debemos hacer feliz a la abuela, que a pesar de estar enferma se da perfecta cuenta que la queremos, que necesita, más que pastillas, cariño…pero para ella sigue sin ser fácil.

A Laia hay dos cosas que la molestan sobremanera, la primera es cuando su abuela hace algo mal y no sólo no asume que ha hecho algo mal, sino que además la culpa a ella, y la segunda, cuando se pelea con su hermana, en esos casos su abuela intenta mediar en la contienda, pero siempre, siempre, acaba defendiendo a la pequeña y culpando a la mayor. La negociación no es su fuerte, sobre todo por que no es objetiva. En esos momentos viene a nosotros enfadada, indignada, humillada y ofendida… y de nuevo nos toca mediar, sentarnos cinco minutos, abrazarla, y recordarle la situación en que vivimos. A veces hasta yo mismo me tengo que recordar la situación en que vivimos.

Por la noche, cuando el silencio envuelve la casa, cuando los sueños de príncipes y princesas aparecen, es el momento en que mi mujer y yo podemos mirarnos a los ojos con tranquilidad y detenimiento. Ella, me coge la mano y con una media sonrisa me dice: “Ha sido un día duro” y tiene razón, ha sido un día duro pero yo siempre respondo “lo duro sería no tenerte a mi lado”.

Oigo un ruido, se ha encendido la luz del pasillo, escucho unos pasos que vienen hacia mi habitación, creo que voy a terminar esta pequeña historia, “Xavi, ¿sabes donde está el baño?”, yo sonrío, me levanto y la acompaño al baño.

Mañana será otro día.

sábado, 19 de enero de 2008

LA SIRENA QUE NO OÍA LAS PALABRAS

Terminé de cenar y subí a cubierta. La mar estaba en calma, el firmamento lleno de resplandecientes estrellas y la luna llena empezaba a salir desde el horizonte. Hacía frío, pero no me importó, me senté y, a diferencia de otros días, no puse música; decidí escuchar el silencio, o al menos intentarlo.

Estaba ensimismado observando las constelaciones, cuando de repente, por babor, me sobresaltó un ruido. Era una sirena, justo asomaba la cabeza, pero a través del agua transparente y gracias a la luz de la luna, pude observar como movía su cola de escamas doradas. Se me quedó mirando con una sonrisa en sus labios, yo la miraba boquiabierto. Ante mi mirada atónita ella seguía respondiendo con una sonrisa.

De repente apareció otra sirena.

-. No intentes hablar con ella no puede oírte – me dijo – no oye las palabras.

-. ¿No oye las palabras? – repetí sorprendido.

Ella me miró como se mira un necio cuando no entiende algo evidente.

-. Qué mas da que no oiga las palabras – le dije – si a veces hablamos y no nos oímos, si a veces las palabras son ruidos y muchas otras veces hablamos y no decimos nada.

La sirena me miró, pero esta vez como enfadada.

-. ¡No oye nada! – exclamó.

-. Estás equivocada – le dije yo – estoy seguro que oye las miradas, el roce de una mano, una sonrisa, oye un amanecer y un atardecer, oye las gotas de lluvia, oye el alma de los marineros, oye las estrellas que nos cubren, oye una sonrisa, oye la amistad, oye el cariño. Oye tantas cosas que tú jamás oirás, porque la gente como tú sólo oís palabras. Os quedáis en lo superficial; las palabras sólo son palabras, sonidos vacíos sino van acompañados de sentimientos.

-. Estás loco, marinero.

Se marchó, de manera brusca, tal como había llegado.

La otra sirena me miró sonriendo. Estoy seguro que entendió lo que estábamos hablando.

Desapareció, regalándome una pirueta con su hermosa cola dorada.

Me desperté a media noche, había tenido un hermoso sueño con dos sirenas. Me abrigué, salí a cubierta y, sorprendido, encontré una escama de un color dorado precioso.

Quizás no fue un sueño…

jueves, 17 de enero de 2008

VA POR TI, COMPAÑERA

Es menuda, guapa y atractiva, muy atractiva; pero lo que más me gusta de ella es el coraje, la valentía y la fuerza con que defiende a los que tiene a su cobijo. A veces me recuerda a esas leonas capaces de enfrentarse a cualquier peligro con tal de defender a su camada. Ella sola es capaz de ganar a todo y a todos.

Intenta ser la mejor en todo, lo cual le provoca, en determinadas ocasiones, una presión innecesaria, pero no puede evitarlo. Si preparamos un viaje, por ejemplo, ella se encarga de todo, visitas, hoteles, horarios, itinerario, rutas… Programa todo de tal manera que yo me quedo maravillado.


Tiene una fuerza de voluntad que ya la quisiera yo para mí. Sólo con una cuarta parte ya me conformaba.

Recuerdo la primera vez que la vi, tenía yo 20 años y ella 18. Era verano, tenía un color de piel moreno escandalosamente hermoso, me enamoré nada más verla. A ella no le ocurrió lo mismo, reconozco que en aquella época yo era un poco “macarra”, pero al final se convenció de mis buenas intenciones. No le quedó más remedio, ante mi insistencia, de darme una oportunidad. Ahora llevamos 24 años juntos.

¿Defectos? Si, obviamente también tiene defectos. Ella sabe, por que alguna vez se lo he dicho, que no puede pretender moldear a la gente que la rodea a su imagen y semejanza. Tiene que aprender que cada uno es diferente, que lo que yo necesito a lo mejor ella no lo necesita y viceversa. Esto le cuesta entenderlo, aunque estoy seguro que se esfuerza por intentarlo.

Hemos pasado épocas buenas, muy buenas pero también épocas malas y peores. Reconozco que las etapas peores quizás han llegado por mi culpa, pero como siempre, siempre, cuando las cosas han pintado mal ella, inteligente como todas las mujeres, ha sabido jugar sus bazas de una manera prodigiosa.

Esto va por ti, compañera.

Te admiro y te quiero.

miércoles, 16 de enero de 2008

T´ESTIMO PARE (TE QUIERO PAPÁ)

Esta noche ha sido dura, ha soplado con mucha fuerza el poniente, tanto que me he visto obligado a desplegar el tormentín, una vela que sólo utilizo cuando las condiciones del viento son muy duras. La única ventaja de este temporal es que me ha permitido navegar rápido, muy rápido, y hasta cierto punto ha hecho que disfrutara de la navegación. Lo que me ha molestado, bastante más que el viento, ha sido la lluvia. Ha habido momentos en que pegaba de frente, con fuerza, tanta que me hacía daño en la cara. Recuerdo una tormenta parecida.

Una vez, pescando con mi padre, tendría yo unos doce o trece años, teníamos que recoger las redes que habíamos echado el día anterior, limpiarlas del pescado que hubiera y volver a echarlas. El mar estaba tranquilo, hacía buen tiempo y nada hacía presagiar que al poco rato de estar en la mar se desatara una tormenta importante.

Mi padre no era pescador, al menos no como profesión, pero salir a la mar a pescar era lo que más le gustaba, era su pasión. No en vano, toda su familia, y por ende la mía, ha estado vinculada a la mar.

La barca de mi padre era la típica de pescadores de la zona, tenía una cabina situada hacia popa, en la que justo entraba una persona, y aproximadamente medía unos ocho metros de eslora. No llevaba emisora, a pesar de la insistencia de mi madre en que colocara una, pero él, invariablemente, siempre le respondía que no se alejaba mucho de tierra y, además, siempre había otras barcas cerca. La verdad es que todos pescábamos en la misma zona.

Esa tarde, el cielo empezó a teñirse de un gris amenazador, al tiempo que el mistral empezó a soplar con fuerza. La lluvia no tardó en hacer acto de presencia. El mar se encrespó. Las olas en el Mediterráneo no son tan altas como en el Cantábrico, pero son más seguidas, más constantes. La barca hundía la proa en el agua, se elevaba y otra vez se hundía, así continuamente. Estaba asustado, acurrucado dentro de la pequeña cabina. Lo único que me tranquilizaba era ver a mi padre sentado, como siempre, en el pequeño banco de popa, con la mano agarrando el timón, mirando hacia la proa, intentando que las olas no nos cogieran de frente para que el cabeceo de la barca no fuera tan brusco. Yo miraba continuamente a mi padre, y él miraba al frente, como si yo no existiera. Llegamos a puerto, con dificultad, pero llegamos. Amarramos la barca, descendimos, cogimos los aparejos y nos fuimos a casa. Mi padre continuó sin mirarme ni hablarme.

Aún hoy, mi padre, hay veces en que sigue sin mirarme, como si yo no existiera. Ahora no me molesta, o me molesta menos que cuando era un niño. En ocasiones me dejaba en ridículo delante de sus amigos, sin querer, pero lo hacía. Admiraba a los hijos de sus amigos pero no a su hijo. Juro que intentaba en todo ser el mejor, pero jamás conseguí un halago. Las circunstancias le hicieron así, le moldearon así y ahora lo sé y lo acepto.

A pesar de todo mi padre es una de las mejores personas que he conocido, sólo que él trata a su hijo como le trataron a él. Por el contrario yo trato a mis hijas como nunca me trataron a mí.

lunes, 14 de enero de 2008

EL PAPA DA LA ESPALDA A LOS FIELES...

Estaba leyendo un periódico digital cuando me ha sorprendido la siguiente noticia: “El Papa da la espalda a los fieles. Es la primera vez que el Pontífice recupera el antiguo rito desde el Concilio Vaticano II”. En el periódico se observaba a Benedicto XVI oficiando la misa de espalda a los fieles. Me parece un acto que refleja de manera clara lo que está ocurriendo actualmente con la iglesia.

Creo que hace tiempo que la iglesia oficial ha dado la espalda a sus fieles. Caso aparte son los misioneros, los miembros de la teología de la liberación y otros siervos de la iglesia que intentan llevar una vida lo más parecida posible a la que llevaba Jesús. No concibo a éste rodeado de riqueza, de joyas, de lujo superfluo. Si no recuerdo mal a mí siempre me contaron que Jesús se rodeaba de pobres, que compartía su comida con los indigentes, ¿qué queda de eso en la iglesia actual?

No es demagogia, pero lo que está claro es que con el presupuesto y los bienes que posee el Vaticano muchas personas en el mundo se salvarían de morir de hambre. Creo firmemente que Jesús se avergonzaría si viera en qué se ha convertido su iglesia. No entiendo a los Obispos, Cardenales y a sus acólitos cuando se creen con el derecho a pretender que todo el mundo cumpla con lo que ellos dicen. Evidentemente tienen todo el derecho del mundo a opinar, pero en absoluto tienen el derecho a obligar.

¿Acaso es mejor que en África mueran cada día miles de personas por el sida a que utilicen preservativos que impida el contagio? ¿Acaso es mejor que una niña que ha sido violada tenga un hijo, ni querido ni deseado, a que aborte? ¿Porqué dos personas del mismo sexo que se aman no pueden adoptar un hijo? ¿Un niño se educará mejor en una familia de heterosexuales aunque que vea como su padre golpea a su madre? ¿Por qué la iglesia tapa los casos de pederastia cometidos por curas? ¿Por qué...

Seguramente habrá gente que a lo mejor tiene respuesta para todas mis preguntas. Desde luego no pretendo molestar a nadie con mi opinión, si es así, navegantes, lo siento, pero creo firmemente que Jesús no hubiera imaginado nunca que su Iglesia se convirtiera en un ente, en ocasiones, perverso.

Un saludo desde el medio del mar, camino hacia Ítaca.

sábado, 12 de enero de 2008

SUEÑOS DE UN NIÑO

La tarde se ha puesto muy fea, la mar sigue tranquila pero está empezando a llover así que opto por refugiarme en el interior de mi camarote. En mi nueva singladura, he mantenido libros de otros viajes, necesarios para mi supervivencia, Benedetti, Neruda…, pero también he incluido nuevas lecturas. La mayoría ya los he leído pero no me importa, siempre descubres nuevos matices.

He incluido, entre otros, varias obras de Lorenzo Silva, concretamente los libros protagonizados por los investigadores de la Guardia Civil, el sargento Bevilacqua y la cabo Chamorro. No son obras profundas, de esas que te obligan a leer detenidamente cada línea, pero son aventuras que me entretienen. Mis novelas preferidas son “El alquimista impaciente” y “La niebla y la doncella”.

Los niños, o al menos los niños de mi época, cuando nos preguntaban “¿qué quieres ser de mayor?”, siempre respondíamos, “policía o bombero”. Dos profesiones que llevan aparejada la palabra aventura. A mí particularmente me gustaba más policía, el fuego me ha dado siempre mucho miedo. Me hubiera encantado trabajar en investigaciones de asesinatos, averiguar el móvil, buscar huellas y por supuesto hallar al asesino. Me hubiera gustado ser como el sargento Bevilacqua, un licenciado en psicología, un tipo duro por fuera pero frágil cuando consigues franquear su alma. Un hombre solitario, que sólo se fía de su compañera la cabo Chamorro, de la que creo que está enamorado, aunque quizás el no lo sepa; en fin, cuando leo los libros de Lorenzo Silva disfruto como un niño grande.

Luego, a medida que va pasando el tiempo, la vida te lleva por caminos que ni siquiera hubieras imaginado.

Hay mucha gente que desgraciadamente trabaja en algo que no le gusta y el pensar que vas a pasar ocho horas haciendo una labor que no tiene nada que ver contigo tiene que ser terrible.

Yo tengo la inmensa suerte de hacer algo que me gusta, es más, cada día que pasa me atrae más.

Espero, de todo corazón, que a vosotros os ocurra lo mismo.

miércoles, 9 de enero de 2008

¿OS ACORDÁIS DE AQUELLA VEZ CUANDO...?

Mientras navego, con el mar tranquilo y el viento soplando de popa, recuerdo las vacaciones de Navidad pasadas en tierra. Uno de los días nos juntamos un grupo de amigos a tomar unas cervezas, hacía tiempo que no nos veíamos. Por circunstancias diversas muchos de nosotros hemos echado el ancla en puertos lejanos.

Estuvimos contando anécdotas, pequeñas historias de la vida y otros chismes sin importancia, a uno de mis amigos se le ocurrió la brillante idea de poner en el equipo de música un Cd, era un recopilatorio de éxitos de los años 80. Empezamos a animarnos, a tararear esas canciones que tanto nos habían gustado, canciones que nos acompañaron en determinados momentos, momentos buenos, malos y peores. Estos últimos llegaban al día siguiente, cuando al levantarte de la cama, la cabeza te explotaba del resacón y le rogabas a tu madre dos cosas, la primera que por favor no levantara la voz y la segunda que pasara el aspirador otro día. Después de una ducha fría te prometías que tu cama jamás volvería a convertirse en un barco con temporal y la deriva.

Entre cerveza y cerveza, empezamos a “¿os acordáis de aquella vez cuando…?”. Voy a contar públicamente una de aquellas veces, pero antes de empezar quiero decir que si bien no me enorgullezco de lo que hice tampoco me arrepiento.

“Corría el año…, era Nochebuena y a altas horas de la madrugada, cuando los fluidos etílicos ya empezaban a conquistar nuestro organismo, a uno se le ocurrió la brillante idea de subir al campanario de la iglesia. Al llegar a lo más alto, con unos sacos cubrimos el badajo, asegurándonos de que al chocar con el hierro de la campana ésta no sonara. El envoltorio quedó perfecto. Al día siguiente, Navidad, a la hora de la misa la gente del pueblo empezó a congregarse en la plaza de la iglesia, todo el mundo miraba, extrañado, hacia el interior del campanario, donde observaban como el cura, de forma frenética y con fuerza, tiraba de la cuerda para que sonara las campana. El esfuerzo era inútil, “incomprensiblemente” la campana se había quedado muda, al final, subió a lo alto del campanario, momento en el cual se dio cuenta de lo que había sucedido. Recuerdo ese instante como si fuera hoy, miró, con cara de pocos amigos, hacia el grupo de jovenzuelos que se encontraban sentados en un banco que se hallaba delante de la plaza.”

En fin, nadie es perfecto, pero lo cierto es que tuvimos una temporada sublime… como esas, o parecidas, hicimos varias.

Mientras escribo en el cuaderno de bitácora no puedo evitar que una sonrisa se marque en mis labios. Va por vosotros, amigos.

lunes, 7 de enero de 2008

BUENOS DIAS MAR


A las 08:30 he zarpado de nuevo, sopla un mistral suave, pero suficiente para que no tenga que arrancar el motor y permitir que la vela del Puma se hinche lo necesario para navegar con cierta soltura.

Siempre me pasa lo mismo cuando llevo tiempo en tierra y vuelvo a la mar, me cuesta un poco situarme y acostumbrarme a mi nuevo habitáculo. Durante el día he puesto música para que suene en los pequeños altavoces. Me ha acompañado la voz de Chabela Vargas.

En cuanto al rumbo, he dejado que el viento me llevara a donde me quisiera llevar, que importa que yo marque la ruta a seguir si, al fin y al cabo, la vida, el destino o como le queramos llamar, nos dirige por rutas que nosotros creemos inexistentes. Cuantas veces ha ocurrido que hemos hecho planes, hemos imaginado un viaje perfecto, creemos que lo tenemos todo atado y bien atado y de repente, ingenuos de nosotros, todo cambia y todos nuestros castillos en el aire se desmoronan. Cierto que el derrumbe a veces es para mejor, pero muchas otras veces, por motivos ajenos y otras por motivos propios, los planes y sueños son peores de cómo los habíamos imaginado. Sin embargo soy de los que ven la botella medio llena.

Estoy dudando si dirigirme hacia el sur, por toda la costa del Levante hasta Andalucía o bien ir hasta las Baleares, hace años estuve en Menorca y me encantó y luego continuar hasta el Norte de Africa. El tiempo, el destino y las circunstancias me guiarán, estoy seguro.

Mientras escribo estas lineas, con las estrellas cubriendo el cielo y con un viento sur suave, sentado sobre la cubierta del Puma, con un café como compañero, está sonando una canción francesa muy conocida “Ne me quitte pas”. Me detengo unos momentos para recrearme en esa voz que hace que el corazón se acelere. A los que habéis navegado no hace falta que os explique como se ve el cielo en una noche despejada, sin otras luces que la verde y roja del barco. Parece que el firmamento se vaya a derrumbar, las estrellas se asemejan a la lava de un volcán en plena erupción. En la mar todo es magnífico y todo se magnífica.

Os dejo navegantes, voy a recrearme en el espectáculo que me brinda la vida.

domingo, 6 de enero de 2008

EL MAR

Mañana zarpo de nuevo, ya han pasado las fiestas y es hora de seguir mi camino. El sol está poniéndose detrás de las montañas y permite que el horizonte se torne rojo, un rojo intenso que cubre todo el cielo. De fondo escucho el Cd que me han traído los Reyes, son canciones de las bandas sonoras de las películas de Almodóvar, os lo aconsejo, hay canciones buenísimas. Entre mis manos tengo los poemas de Benedetti, espero que os guste éste que publico, se titula “El Mar”.

¿Qué es en definitiva el mar?
¿por qué seduce? ¿por qué tienta?
suele invadirnos como un dogma
y nos obliga a ser orilla

nadar es una forma de abrazarlo
de pedirle otra vez revelaciones
pero los golpes de agua no son magia
hay olas tenebrosas que anegan la osadía
y neblinas que todo lo confunden

el mar es una alianza o un sarcófago
del infinito trae mensajes ilegibles
y estampas ignoradas del abismo
trasmite a veces una turbadora
tensa y elemental melancolía

el mar no se avergüenza de sus náufragos
carece totalmente de conciencia
y sin embargo atrae tienta llama
lame los territorios del suicida
y cuenta historias de final oscuro

¿qué es en definitiva el mar?
¿Por qué fascina? ¿por qué tienta?
es menos que un azar / una zozobra
/ un argumento contra dios / seduce
por ser tan extranjero y tan nosotros
tan hecho a la medida
de nuestra sinrazón y nuestro olvido

es probable que nunca haya respuesta
pero igual seguiremos preguntando
¿qué es por ventura el mar?
¿por qué fascina el mar? ¿qué significa
ese enigma que queda
más acá y más allá del horizonte?

sábado, 5 de enero de 2008

LOS OJOS DE MARIA


Esta mañana ha llegado a la ciudad la comitiva de los Reyes Magos y mi hija pequeña, María, ha ido ha recibirlos.

A pesar de tener ocho años y que algún niño malvado y perverso, como casi todos los enanos, ha ido diciendo en su clase que los Reyes son los padres, ella sigue pensando que los Reyes Magos existen. Yo también, a pesar de mis 44. Quizás no sean tres, ni vengan de Oriente, pero quiero y deseo pensar que la magia existe.

Como os decía, María ha ido a recibirles. Ha tenido suerte y a pesar de todos los niños que había en la recepción el Rey Melchor se ha parado delante de ella, le ha dado la mano y le ha preguntado qué tal se ha portado este año. En esos momentos ha utilizado sus armas de pequeña mujer, ha ladeado la cabeza, ha dejado caer su mirada al suelo y con un tono de voz acaramelado ha respondido “me he portado muy bien”. Ella siempre dice que de mayor quiere ser actriz y a este paso lo conseguirá.

Cuando ha llegado a casa estaba emocionadísima, con los ojos brillantes…se sentía como una de sus hadas.

Ahora, mientras escribo estas líneas, está con su madre durmiendo una pequeña siesta, pero antes de acostarse ya me ha dicho que tengo que preparar tres bombones, tres copitas de vino y dejar una ventana abierta porque luego vendrán los Reyes. Dice que le ha visto cara de cansado, así que nada mejor que un buen vino y algo dulce para reanimar al viejo Rey.

Después de leer esto ¿quién se atreve a decirme que la Navidad no es hermosa?

jueves, 3 de enero de 2008

NUEVO CUADERNO DE BITACORA

Todavía me quedan unos días para zarpar, y aprovecho, ahora que vuelvo a tener la oportunidad de conectarme, para cerrar el cuaderno de bitácora de 2007 y abrir el de 2008.

Inicie esta ruta el 17 de septiembre de 2007, poco tiempo después de que Laia, mi hija mayor, le plantara cara al destino, con valentía. Recuerdo que esos días estuvieron plagados de diversas sensaciones, de desesperación, de rabia, de preguntarte “¿por qué a ella?”, a medida que fueron pasando los días la incertidumbre se transformó en alegría y ahora, a pesar de las revisiones mensuales, seguimos respirando…con cierta tranquilidad, sin perder de vista que el “destino” puede volver a aparecer. Aunque estamos preparados para hacerle frente de nuevo y por supuesto vencer.

El primer comentario de mi blog iba referido a esos momentos, a esos malos momentos. Luego ha habido más comentarios, de todo tipo, algunos más afortunados que otros, pero todos ellos, os lo aseguro, escritos desde el corazón.

Lo que nunca me hubiera podido imaginar es que algo tan sencillo como un blog me permitiera conocer otro mundo, un universo de sensaciones, de sentimientos, que me diera la posibilidad de compartir mi mundo con otros mundos y por darme la impagable oportunidad de que otras personas puedan leer lo que escribo. A todos vosotros, a los que estáis al otra lado, muchas gracias y si algo os ha ofendido, lo siento, pero lo que escribo es lo que soy, o al menos lo que intento ser. Gracias de nuevo.

Ahora sólo nos queda esperar que nos depara el 2008, imagino que habrá épocas de calma junto con travesías de temporal, pero deseo que juntos sigamos haciendo el camino que nos lleve hasta Itaca.